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“El panteón es grandísimo, uno no sabe qué tantas cosas se hagan allá adentro”, dijo una vendedora de flores afuera del Panteón Civil de San Nicolás Tolentino, en Iztapalapa, donde exhumaron al menor Tadeo.
La mujer contó que es normal ver por la zona cajas con gallos muertos y diferentes símbolos que personas que se dedican a la brujería arrojan tanto afuera como adentro del camposanto.
“Es de oídas todo eso, pero siempre dejan cosas por aquí, gallos, monedas con fruta. Pero ya lo del bebé es que están locos”, refirió.
La zona permanece tranquila y el acceso restringido, pues según contaron, los visitantes pueden ingresar a ver a sus familiares de las 08:00 horas a las 14:00 horas.
EL UNIVERSAL ingresó para constatar cómo se encontraba la operatividad del panteón. Policías adscritos a la alcaldía permanecían en la puerta. “Ahorita sí está seguro”, dijo a la entrada uno de los trabajadores. Adentro hay criptas olvidadas, abiertas, algunas de ellas hurtadas, según testimonios, y los restos de lo que eran altares.
Ahí se roban las cruces, los libros, los ángeles y todos los acabados que les den los familiares a las tumbas, así como huesos o cráneos; todo eso es dinero para “los mañosos”, dijeron visitantes.