Cuando la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada Molina, es cuestionada sobre si aspira a ser la jefa de Gobierno para 2024, sonríe y, sin responder de inmediato, mira a los jóvenes que entran y salen de las instalaciones de la Utopía Papalotl, ubicada en la colonia Reforma Política.
“Mira, es tanto lo que necesita Iztapalapa que no he tenido tiempo de lo que ocurrirá en ese año. En este momento puedo decir que no busco otros cargos, ni pelearme con nadie, ni yo sé qué habrá para 2024. A lo mejor hay muchos aspirantes y qué bueno, ¿no?”, asegura.
Más relajada añade: “Esta alcaldía es tan compleja que vamos al día, enfrentándonos a toda la problemática. Considero que más de pensar en qué va a pasar en 2024, hacemos nuestro trabajo. Soy muy disciplinada y la verdad, no soy de las que hace las cosas para obtener algún beneficio político”.
Comenta que si la hubieran mandado al pueblo más lejano de la Ciudad o del país, trabajaría y transformaría el lugar, porque sería feliz, pues toda su vida ha sido de lucha por la transformación.
Con abierta sonrisa, Brugada Molina, licenciada en Economía por la UAM-Iztapalapa, dice que le da gusto ver los resultados de su trabajo, que le permitió ser reelegida para un nuevo periodo, con lo que serán tres los trienios que encabeza la alcaldía.
“Me da gusto ver que la población está contenta. Lo veo cuando salgo a la calle y la gente, pues nos recibe muy bien. Ven que las cosas han cambiado en su casa y en su entorno. La verdad estoy muy contenta, No lo puedo negar”, señala.
Acepta que siempre hay problemas en Iztapalapa. “No hay un día que pueda decir ‘estoy tranquila’. Siempre hay algo que hacer, que reparar y no hay de otra, hay que enfrentar las cosas. Para eso trabajamos en esto”.
¿Cuáles son los retos que enfrentará en su segunda etapa consecutiva y tercera al frente de Iztapalapa?
Implica redoblar esfuerzos, pues esta demarcación es la más poblada de la Ciudad y la segunda del país, donde está concentrada la pobreza con rezago histórico. Va a ser un periodo de cosechar lo que sembramos en los primeros tres años.
Por ejemplo, dice, las Utopías, que es un programa suyo, cuyas instalaciones cuentan con grandes extensiones de espacio público. “Este lugar era un deshuesadero de la Ford para la venta de autopartes y fue expropiada hace 15 años, pero estaba abandonado. Entonces los transformamos. Aunque es la Utopía más pequeña, pues sólo tiene 10 mil cuadrados, mientras que la más grande mide 150 mil metros cuadrados y es la que está en el Deportivo Santa Cruz Meyehualco”, destaca.
“Lo curioso es que las cinco Utopías ya existen, pero no las hemos podido inaugurar por la pandemia. Ahora, en esta nueva etapa, vamos a inaugurar todos estos espacios, para que la gente comience a utilizarlos, pero la verdad es que ya asisten”.
Revela que de ser una de las alcaldías más grandes del país, Iztapalapa era la que menos espacios públicos tenía, ya que antes de su llegada, sólo contaba con tres auditorios para más de 2 millones de habitantes y que fueron construidos hace 50 años, además de una alberca pública.
De allí que en su anterior periodo de tres años construyó siete grandes auditorios para la cultura y 12 albercas.
En cuanto a los retos, dice que sin lugar a dudas es la seguridad, “pero no es una atribución exclusiva de la alcaldía, sino más bien de la Ciudad. Aunque las alcaldías no debemos quedarnos con los brazos cruzados, por lo que tenemos a la Policía Auxiliar”.
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