Es casi mediodía y en las instalaciones del (ERUM), en el número 136 de la calle Chimalpopoca en la Ciudad de México, una ambulancia tiene un código blanco, lo que significa el traslado de un paciente Covid.

El vehículo sale de inmediato de las instalaciones y es conducido por la técnica de Administración Hospitalaria, Claudia Ochoa, quien junto a los paramédicos Blanca Estela Rueda, Ayerim Fragoso e Irvin Martínez preparan su equipo para atender, como es característico de esta tercera ola, a un joven de 17 años confirmado con Covid-19, quien registra una oxigenación de 64 a 68.

Su destino, la colonia Portales. La ruta, la Calzada de Tlalpan que se convertirá en un puente entre la vida y la muerte. Claudia enciende las sirenas de la ambulancia, no sólo como un acto protocolario, sino para abrirse camino entre los autos que circulan en avenida al mediodía.

“¡Abran paso, Abran paso!, ¡váyase pegando a la derecha, por favor!, ¡váyase pegando a la derecha, por favor!”, repite a su paso la conductora de la ambulancia por el altavoz.

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Claudia sabe que cada minuto cuenta para salvar una vida y las indicaciones por el altavoz de la ambulancia lo reafirman.

La llegada de los paramédicos a la calle Presidentes de la colonia Álamos causa confusión entre los vecinos y peatones. Algunos miran asombrados desde sus ventanas, otros se alejan de la ambulancia con mirada incrédula. Los médicos sólo preparan las camillas y su equipo.

“Es una sensación de compromiso con la vida de alguien más, una sensación de absoluto compromiso, sin importar la edad o el género. Absoluto compromiso con la persona, y en la medida de lo posible, para que pueda llegar bien, mínimo al hospital”, explica Blanca.

El edificio en donde se encuentra el paciente es el centro de atención. De un ascensor, en una silla ejecutiva sale el joven de 17 años. Los paramédicos lo evalúan y le dan a conocer los protocolos para no provocar ansiedad durante el traslado.

“Le informamos al paciente cómo tiene que ser trasladado, puesto que hay que prepararlo ya que se ingresa [a la ambulancia] en la cápsula. Hacemos una valoración de sus signos vitales para determinar la prioridad que tiene al momento. Se le notifica a él, a la familia y el centro regulador nos da el hospital al que se va a ingresar”, detalla Blanca.

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El destino es Hospital General de Zona No.32 Dr. Mario Navarro Madrazo, en Villa Coapa, centro especializado en atención a pacientes con Covid-19. Ahí, los paramédicos ingresan al paciente. La incertidumbre de un traslado más la solventan con la fortaleza mental que han trabajado en estos meses de ardua labor.

“Hay pacientes que me han agarrado la mano y me dicen: ‘¡Por favor, no me dejes morir!’, ‘¡Por favor, ayúdame, no dejes que me muera!’, ‘dile algo a mi familia para que estén tranquilos’. Son situaciones que sí nos llegan a pegar emocionalmente. Hay que tener esa fortaleza mental para separar eso de nuestra casa”, explica Blanca.

El llamado de traslado de un paciente contagiado termina llegando nuevamente a las instalaciones del ERUM, en donde después de una desinfección a todos los paramédicos, vuelven a preparar su equipo por si tienen que ayudar a un mexicano más.

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Aarón Ayala Ríos, subdirector médico de Atención Hospitalaria del escuadrón del ERUM, menciona que el promedio de traslados que realizan al día en esta tercera ola es de 60 personas.