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Entre los millares de peregrinos que acuden a la Basílica de Guadalupe, resaltan de entre los demás tres de ellos: un hombre mayor caminando de rodillas con un bastón en la mano y la mano de su esposa en la otra, acompañados los dos de un pequeño niño de 13 años que, cuidadosamente, coloca trapos doblados enfrente del señor a cada paso que da.
Se trata de Rosalío, quien a pesar de las dos cirugías de rodillas que ha recibido en su vida, sus más de 60 años y el fuerte calor y los rayos del sol, decidió emprender su caminata arrodillado hacia el atrio principal de la Basílica para darle gracias a la Virgen de Guadalupe por la salud de su hermana menor quien recientemente fue operada de los pulmones y estuvo una semana intubada.
“Es para darle gracias a la Virgen porque yo le pedí que ayudara a mi hermana en su operación y gracias a ella ya está mejor y ya hasta pudo volver a trabajar, por eso no importa qué tanto me cueste llegar, lo tengo que hacer. Todo sea por ella”, Dijo Rosalío.
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Según su esposa Adela, Rosalío planeaba hacer esta peregrinación solo, ya que decidió caminar desde Tulyehualco a la Basílica para luego llegar a la entrada de rodillas, una travesía que le tomó más de 8 horas seguidas de esfuerzo y cansancio.
“Él quería venir solito, pero le dije: no hijo, cómo crees, yo te acompaño. Y fue cuando mi nieto también sintió preocupación y dijo que nos iba a acompañar. Entonces nos vinimos los tres solitos desde allá caminando y aquí seguimos”, dijo Adela.
La tarea de Ian, su nieto de 13 años, es crucial, porque él se encarga de colocar una jerga en forma de colchón frente a las rodillas de su abuelo a cada paso que da y así amortiguar un poco el dolor y el calor del piso.
aov/cr