Valle de Chalco, Méx.— El cempasúchil coloreó de amarillo el panteón de Xico para recibir a los que se han ido en los últimos días, semanas y meses por la pandemia de Covid-19.
Pero también el rojo de las celosias cristata, conocidas de manera popular como terciopelo, las cuales se combinaron con las de cempasúchil para crear un ambiente multicolor que alegraba la vista de quienes llegaron a visitar a sus seres queridos.
Para recordar lo alegre que era su padre, quien fue de los primeros que murió de coronavirus en Valle de Chalco en mayo de 2020, Fabiola, su hermana y su hija le pusieron en su tumba la música de banda que siempre escuchaba en vida.
“Mi papá se llamaba Eduardo y murió el 21 de mayo por Covid, fue de los primeritos, desgraciadamente no se pudo atender a tiempo y falleció. Lo recordamos, no tengo palabras, se le extraña. Siempre fue una persona muy alegre, contenta, conmigo fue el mejor papá, era mi todo, aunque sus hijas éramos muy rebeldes, no tengo palabras para describirlo. Nunca nos pegó desde que yo me acuerdo que iba en la primaria y secundaria, nunca nos puso una mano encima”, contó Fabiola.
Revivieron los buenos recuerdos tomándose una cerveza con él, como lo hacían en cada reunión en la que convivía toda la familia.
Decenas de personas llegaron el 1 de noviembre a este camposanto que tuvo que ser ampliado el año pasado, debido al incremento de muertes por Covid-19 que saturaron el lugar, ya no había espacio para sepultar a más habitantes del municipio 122 del Estado de México.
En enero pasado, en la segunda ola de la pandemia, en el panteón de Xico se enterraban diariamente a nueve personas, varios de ellos de la misma familia, que no se recuperaron de la enfermedad.
Por eso, en pocos meses la hectárea que adquirió de manera emergente el ayuntamiento de Valle de Chalco se empezó a llenar de tumbas, no sólo de residentes infectados de Covid-19, sino de otras enfermedades, algunas de las cuales no fueron atendidas porque no había espacios en los hospitales de la Zona Metropolitana del Valle de México el invierno pasado.
Uno de los que murió en enero fue Víctor Javier López Miguel, un joven de 25 años, el único de su familia que no sobrevivió al virus. Sus padres y hermanos se curaron, pero él no lo logró.
“Venimos a ver a mi hermano, falleció el 21 de enero. Era el que veía por todos, ya no aguantó. Venimos cada ocho o 15 días a verlo”, narró Nasvid, su hermana.
Aunque muchos aún lloran en su tumba a sus seres queridos que ya partieron, en el panteón Covid, como le dicen muchos al de Xico, se mezcló también la nostalgia, pero con dosis de alegría y optimismo porque piensan que ellos se encuentran ahora en un mejor lugar.
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