Todo indica que adquirir un auto usado en agencia ya tampoco es garantía de realizar una compra segura.
En abril pasado, Juan Manuel encontró el compacto que buscaba en la agencia de KIA Satélite. Se trató de un Mazda 2 azul 2019 que le llenó el ojo y por el que pagó 259 mil pesos.
En la agencia le ayudaron a ponerlo a su nombre y dejarlo listo para salir a rodar. El Ingeniero Industrial de 28 años invirtió extras unos 15 mil pesos en componentes de seguridad y vanidad.
Sin embargo, la semana pasada fue detenido sorpresivamente por agentes de Tránsito mientras circulaba por el Viaducto. Al revisar el auto, los oficiales identifican que tiene engomados falsos , verificación falsa, número de serie falso y tiene un reporte por robo con carpeta de investigación abierta.
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En ese momento, Juan Manuel era el principal sospechoso.
“Fue algo de no creerse”, comentó Juan Manuel a esta casa editorial. “Los policías en todo momento accedieron a brindarme la información sobre el auto en conjunto con la Oficina Coordinadora de Riesgos Asegurados, y sigo sorprendido de que la agencia me haya vendido un auto en tales condiciones”.
¿Qué era increíble? Que lo trataron como el presunto delincuente en el que se convirtió: lo esposaron, lo llevaron detenido y en los separos convivió durante 30 horas con cucarachas, sin comer ni poder dormir.
“Salgo después de estar encerrando con ayuda de mi abogado y con la sorpresa de que, efectivamente, el auto fue robado en el 2021 y ahora está bajo resguardo, y yo perdí el auto y las cosas que llevaba en él”.
Ya en libertad, Juan Manuel buscó a la agencia para que se hicieran responsables de vender un auto robado, un vehículo 2018 que además facturó como 2019.
KIA México y Grupo Alden quieren pagarle solamente el valor del auto, sin considerar lo que ha gastado, antes y después de ser detenido por los oficiales de Tránsito de la CDMX: El kit de seguridad, llantas, rines, sistema de audio, limpia parabrisas y faros.
Tampoco quieren pagar los daños secundarios a su detención: días de trabajo, lentes, artículos personales, audífonos, laptop, así como el pago del abogado.
“Tengo secuelas de haber estado encerrado, como insomnio, no puedo dormir desde que salí, dolores de estómago, dolor de espalda, dolor de cabeza y obviamente todo el estrés que genera el tener un problema legal así”, comenta.
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