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Dividido en células, cada una checando rutas de acceso y vigilando a cuanta persona encuentren en el camino, un misterioso batallón religioso arribó a la Ciudad de México.
Monjes y monjas, cardenales y arzobispos, han sido enviados por las autoridades eclesiásticas para tomar la capital este fin de semana.
Avenida Reforma, con el Ángel de la Independencia incluido, así como Polanco, fueron los primeros lugares en caer bajo su jurisdicción.
No traen armas, pero sí estandartes con un anuncio que los transeúntes ven con curiosidad.
Si pasa un camión turístico, quienes van arriba sacan sus cámaras y toman fotos; aquellas y aquellos que caminan hacia sus trabajos se detienen un poco para cederles el paso. Y trabajadores de electricidad, que están en el lugar, de pronto se ven rodeados por ellos y los escuchan pasar.
Dos policías cercanos se limitan a tomarles fotos. Los oficiales preguntan de qué se trata y cuando reciben la respuesta, no sólo les abren paso, sino hasta los custodian para que nada se interponga en la misión religiosa.
El fuerte del pelotón encargado de la toma, avanza con la cabeza baja y cuerpo erguido. Marcha en filas de cinco, pausados. Van de rojo, café, blanco y negro, colores que marcan su rango dentro de la iglesia.
Llevan meses planeando el movimiento, así que las bancas de cemento sirven para trazar el camino que recorren para lograr el objetivo. Saben que no hay mejor fecha que el 12 de diciembre, día de la Guadalupana, para asestar el ataque final.
La invasión comenzó el viernes, de manera milimétrica, a las 10 de la mañana. Fue el elemento sorpresa. Así aseguraban que las personas estuvieran desde su oficina observándolos y sin poder reaccionar. También que nadie intentara algo para evitarlos, pues estarían más preocupados en llegar a sus citas del día.
Además, ¿quién podría sospechar de ellos cuando desde las 9 de la mañana comenzaron a reunirse sobre un camellón?. Todos portando cubrebocas negro y algunos comiendo algo para soportar la jornada. El termómetro marcaba 17 grados centígrados, a los cuales se les sumarían cuatro en el transcurso del día. Así que la maniobra tenía que ser coordinada para tener éxito.
¿Cuál era la misión? Anunciar la llegada de Los enviados , la nueva serie original de Paramount+ que hoy se estrena.
Es la historia de dos sacerdotes del Vaticano, uno español y abogado (Miguel Ángel Silvestre) y el otro, mexicano y médico (Luis Gerardo Méndez), quienes son enviados a México para investigar a un religioso que presuntamente hace milagros. El misterio comienza cuando llegan al pueblo donde ocurren lo hechos y su objetivo desaparece.
El argentino Juan José Campanella, cuya cinta El secreto en sus ojos obtuvo el Oscar, es el responsable de la dirección. Irene Azuela, interpretando a la doctora del pueblo y Armando Espitia, completan el reparto.