Metrópoli

Migrantes expulsados duermen en alrededores de albergue

Centroamericanos usan jardineras como refugio y piden dinero en las calles

Para sobrevivir, Edgardo David (izquierda), pide monedas en el Zócalo, “pero la gente se molesta, dice que en el estadio nos están apoyando”. (ARIEL OJEDA. EL UNIVERSAL)
17/02/2019 |01:27Andrea Ahedo |
Redacción El Universal
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Mientras más de mil migrantes duermen en el albergue del Estadio Jesús Martínez Palillo, Edgardo David, de 22 años, se refugia a un costado de una jardinera con su amigo Luis, otro hondureño de 15 años.

El jueves a Luis lo expulsaron del campamento por supuestamente infringir las reglas y David decidió salirse por solidaridad.

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“Nos expulsan porque mi compañero tenía un cigarrillo prendido, le dijeron: ‘Te vas para afuera’. Yo le dije a él que me salía también para no dejarlo solo”, contó el extranjero sentado en la banqueta sobre una de las cobijas que le dieron en el estadio.

El viernes se publicaron videos de la detención que hicieron policías a varios migrantes que evidenció que un grupo de 20 personas fue sacado del campamento porque, según las autoridades, “cometieron varias faltas a la seguridad, protección civil y consumo de drogas”.

Ayer por la mañana, al mismo tiempo que las autoridades realizaban un recorrido y mostraban los carteles de las normas dentro de las carpas, David cuidaba su mochila y ropa, y las pertenencias de Luis.

“Hasta cierto punto lo noté injusto porque no era ningún tipo de narcótico el que estaba consumiendo, es injusto porque el tabaco es legal en todo el mundo…”, opinó Luis.

Dijo además que es lamentable que algunas madres con niños pequeños no reciban apoyo después de los 10 días de estancia. “Creo que no debería ser así porque antier sacaron a tres familias con niños y todo porque se les agotó el tiempo”.

Aseguró que vio cuando los agentes subieron a las patrullas a los seis migrantes acusados por infringir la Ley de Cultura Cívica, pero permaneció alejado de la gresca.

Sin un plan para sobrevivir y llegar hasta Monterrey, donde trabajan sus dos hermanos, el único camino que conoce es el que lo deja en el Zócalo, donde pide monedas y confiesa: “La gente se enoja que les pidamos porque nos dicen que en Ciudad Deportiva nos están ayudando, pero yo les contesto que no”.

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