Ángel Gabriel Nácar Esparza era policía estatal de Veracruz y fue ejecutado la noche del miércoles al interior de una cafetería Starbucks en la plaza comercial Zentralia, ubicada en la colonia Los Picos, en Iztapalapa.

La principal línea de investigación que iniciaron las autoridades capitalinas está relacionada con las actividades del uniformado, quien se encontraba en la Ciudad de México, presuntamente de descanso; sin embargo, lo cotejado por los agentes señalan también que Nácar Esparza estaba relacionado con actividades ilícitas en aquella entidad del país.

De acuerdo con la carpeta CI-FIEDH/2/UI-1C/D/00238/07-2021, Ángel Gabriel Nácar Esparza se encontraba en la zona de la terraza de la cafetería, lugar hasta donde llegaron sus agresores y comenzaron a dispararle en repetidas ocasiones con un arma 9 milímetros.

Su cuerpo quedó boca abajo y con el rostro pegado a los ventanales que dividen el interior con la zona para comensales.

Al escuchar los disparos, los trabajadores narraron que se tiraron al suelo, sin saber qué sucedió en la parte exterior, de inmediato se dirigieron a la oficina del local, la cual se encuentra en la parte trasera, en donde apretaron el botón de pánico con el que cuentan todas los establecimientos de Starbucks.

Dicho sistema conecta con la seguridad privada de las cafeterías, identificada como CADEA, y que luego de que cesaran los disparos, comenzaron a escuchar las sirenas de las unidades de la policía capitalina, por lo que salieron de la oficina.

Los primeros actos de investigación consistieron en analizar las salidas con las que cuenta el local, para determinar la posible ruta de los agresores.

En los informes realizados por Policía de Investigación se refiere que una de ellas da hacia el Eje 5 Sur y la segunda hacia Río Churubusco.

Al realizar una inspección del cadáver, encontraron que el sujeto portaba entre sus pertenencias una credencial expedida por el Gobierno del estado de Veracruz, que lo acreditaba como elemento de la policía estatal.

En el lugar de los hechos los peritos contabilizaron al menos ocho casquillos percutidos de arma calibre 9 milímetros. La víctima vestía pantalón de mezclilla color azul, tenis blancos, chamarra negra y una gorra gris.

En un primer instante, diferentes versiones señalaban que al sujeto lo habían intentado despojar de sus pertenencias; sin embargo, la línea del robo quedó descartada pues todo se trató de una agresión directa.

Luego de que se hiciera el levantamiento del cuerpo, los agentes constataron que se trataba de un policía activo y que presuntamente se había tomado unos días para estar en la capital del país, en donde sus agresores lo ejecutaron.

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