Probablemente desde hace ocho semanas el policía de Investigación, Mario Quintana Guerrero, que a sus 50 años tenía 22 de estar activo, merecía, junto a sus compañeros, una recompensa. Tal vez un ascenso. Pero no obtuvo ni lo uno ni lo otro.
No le hicieron ningún reconocimiento por haber atrapado a José Armando Briseño de los Santos, alias "El Vaca" y por resistir sus acometidas de dinero y amenazas.
“Él [Mario] siempre estaba muy orgulloso de su trabajo policial y también de esa detención”, narra Claudia Yáñez, su esposa de 42 años.
Sin embargo, el infortunio se les vino encima. No se sabe con certeza si ocurrió el mismo día de la captura del presunto criminal, pero Mario se contagio del virus SARS-COV-2 y fue internado en el Hospital 1 de octubre del ISSSTE, justo 16 días después del atentado contra Omar García Harfuch, ya que tenía tres días sintiéndose mal. Finalmente, murió el 21 de julio de Covid-19, luego de 25 días del ataque.
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Su viuda narra, junto a las cenizas de su marido, que ha colocado un altar en su casa al lado de una fotografía del policía, que nunca dejó de trabajar desde que inició la pandemia y que se contagió cumpliendo con su deber.
Ahora se queja de que no le han pagado las últimas semanas de trabajo de Mario, ni le han dado seguro de vida ni pensión.
Está muy triste, llora, pero también se muestra enojada por lo que considera maltrato a quien conoció desde la secundaria.
Dice que incluso durante dos días no le cambiaron el cómodo y el pato ni las sábanas, de acuerdo a lo que su esposo le dijo durante la última llamada que les hizo desde el hospital.
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También se molesta porque afirma que la gente del ISSSTE nunca les avisó que Mario tenía Covid-19 y que por tanto ella y sus dos hijos no tomaron las medidas de precaución: ella resultó contagiada también, aunque no de gravedad.
Para liberarles recursos, ahora en el ISSSTE le han pedido a la familia que compruebe el riesgo laboral de Mario, como si no fuera evidente, y que entregue un año de recibos del policía.
El abogado de la familia, José Luis Guerrero, sintetiza: “El Estado mexicano le falló a Mario y Mario no le falló al Estado”.
Por el ejemplo de su padre, su hija, Daniela, de 24 años, quería ser policía; sin embargo, su sueño se ha truncado:
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“Desde que estaba pequeñita y que veía a mi papá portar su uniforme con mucho honor, fue algo que me gustó y por eso, ¡claro! que quería ser policía, pero al ver las condiciones tan deplorables como han tratado a mi papá, definitivamente se descarta…”, concluye Daniela.
Su viuda se despide:
“Cada detención que él hacía a él le daba gusto porque decía que era gente que no tenía que estar dentro de nuestra sociedad porque la dañaban…”. Como la captura de El Vaca…