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Los teléfonos no dejan de sonar las 24 horas del día en las oficinas de Locatel, ubicadas en el C5. En un pasillo se encuentran los médicos y pasantes que atienden las llamadas de emergencia por Covid-19, sin cesar y sin posibilidad de conversar entre ellos. En contraste, del otro lado, quienes atienden llamadas regulares del servicio tienen posibilidad de ponerse al día.
La emergencia sanitaria tiene a los 150 médicos sin pestañear frente a las llamadas que crecen a diario.
Por ejemplo, del 10 de abril al 12 de mayo pasado se atendieron 541 videollamadas, las cuales son para los pacientes con sintomatología más grave por Covid-19.
“¿Cuando habla conmigo le cuesta trabajo respirar?, ¿ha tenido escurrimiento nasal, fiebre? Lo vamos a remitir a un hospital cercano a su domicilio, ¿tiene dónde apuntar?”, comenta el personal en cada una de las llamadas desde el inicio de la contingencia sanitaria.
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En entrevista con EL UNIVERSAL, el director General de Contacto Ciudadano de Locatel, Benjamín Rodríguez Buendía, explica que estas videollamadas se han concretado justo en el punto álgido de contagios, como parte de la fase 3.
Males crónicos
En este periodo los médicos encontraron sintomatología que derivó en traslados principalmente en personas con obesidad, diabetes o hipertensión.
Rodríguez Buendía precisa que a pesar de que la institución continúa con los servicios regulares con 13 mil llamadas al día, el tema de Covid-19 abarca 60% de este universo, que son 7 mil 800 llamadas, de éstas, 52% la realizan mujeres, mientras que los hombres lo hacen en 48%.
Las alcaldías desde donde principalmente están saliendo las llamadas son Iztapalapa, con 31%, le sigue Gustavo A. Madero, con 11%, y Cuauhtémoc, con 7%.
“Podemos decir que Iztapalapa es uno de los casos más fuertes que hemos identificado (…) pedimos a la población que siga aplicando las medidas de protección, quedarse en casa lo más posible”, comentó Rodríguez Buendía
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La perspectiva para los médicos que laboran en los servicios de asistencia e información de la Ciudad de México es otra, pero igual de “abrumadora” debido a la cantidad de personas que marcan para que puedan ser canalizados a un hospital, ya sea cuando el virus está desarrollado, o bien con los primeros síntomas.
Cada dato que ingresa el personal médico, metodológicamente, arroja de primera mano aquellos casos de extrema gravedad y para ello pasan a la llamada de “tamizaje” en audio y video, en donde los trabajadores comprueban las condiciones de peligro del paciente.
Signos de alarma
Si hay zonas amoratadas como en labios, uñas y la yema de los dedos, el peligro es alto, esto significa que el cuadro respiratorio se agrava por el coronavirus. “Hacemos las videollamadas a las personas que tienen una dificultad respiratoria importante o si tienen cianosis, esto es una coloración azul en los dedos, labios, que nos deja ver una dificultad respiratoria importante. La videollamada la hacemos para corroborar estos síntomas y que podamos dirigir de manera acertada a los cuerpos de emergencia hacia la casa del paciente”, explicó la doctora Adriana Velasco.
“Para nosotros [médicos] es abrumador, porque nos damos cuenta de la cantidad [de personas] que presentan síntomas que se está comunicando. No tenemos contacto con los pacientes y eso nos da [la sensación de] seguridad”, dijo.
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Mientras la doctora Adriana Velasco cuenta un poco sobre el arduo trabajo que realiza, su línea no ha dejado de sonar; responde a las preguntas rápido.
Entre las llamadas telefónicas, el personal trata de acomodar los auriculares que aprietan sus orejas; retiran un poco el micrófono de su boca, luego repiten cada uno de los síntomas que mecánicamente los capitalinos repasan en sus cabezas para identificar si son portadores del SARS-CoV-2 (Covid-19).
Tampoco dejan de observar la pantalla de sus computadoras, como si ese fuera el paciente detrás de la línea al que ayudan; luego llenan rápidamente los formularios y de nueva cuenta se sumergen en otra llamada. Saben que en medio de una emergencia, recortar los tiempos es un gran factor, entonces evitan detenerse ni por un momento.