Naucalpan, Méx.— El Cerro de Moctezuma es un lugar sagrado, un observatorio astronómico, zona arqueológica y reserva natural, con una riqueza de flora y fauna que oxigena y nutre el poniente del Valle de México; sin embargo, está al acecho de fraccionadores, pirómanos, saqueadores y hasta de santeros, señalan vecinos, arqueólogos y Chuen Uap Zip, el llamado guardián de este místico sitio.
Ubicado en el Norponiente del Valle de México, el Cerro de Moctezuma fue puerta de entrada del Parque Nacional de Los Remedios y formó parte de esa área natural protegida (ANP), de acuerdo con el decreto presidencial publicado el viernes 15 de abril de 1938 en el Diario Oficial de la Federación (DOF), por el entonces presidente de México, Lázaro Cárdenas.
El Cerro de Moctezuma, como zona boscosa, tenía una extensión original de 162 mil 682.92 metros cuadrados, es decir, más de 16 hectáreas, en cuya cúspide hay un basamento piramidal de la cultura tlatilca, con una antigüedad milenaria poco investigada, señaló en abril de 2007 a EL UNIVERSAL Francisco García Calderón, quien fue presidente del Patronato Pro-Conservación y Protección de esta zona arqueológica.
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En el Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicas se registró al Cerro de Moctezuma con la clave E14A39-15-002 como parte del inventario nacional de sitios arqueológicos desde el 27 de octubre de 1988, según el oficio emitido por el arqueólogo Pedro Francisco Sánchez Nava.
No obstante, con el paso de los años y las décadas ha sufrido invasiones, permanece al acecho de fraccionadores y hoy es una reserva ecológica vulnerable con amenaza de ser invadida por nuevas construcciones, especialmente del lado del fraccionamiento Bosques de Moctezuma.
Además, esta reserva ha sufrido cientos de incendios provocados por pirómanos y constructores que buscan desaparecer el arbolado para edificar casas e incluso nuevos desarrollos, por ello, vecinos de Naucalpan se han organizado a lo largo de los años para combatir el fuego y humedecer el cerro, a fin de evitar su degradación.
Zona sagrada
Parado sólo con su pie izquierdo sobre el que gira 360 grados, Chuen Uap Zip, el llamado guardián del Cerro de Moctezuma, pide permiso a los espíritus antes de ingresar y al salir de este histórico bosque, en un ritual de respeto a la naturaleza que ha cuidado desde hace cuatro décadas.
No sólo reforestar, es limpiar, sacar la basura que dejan los visitantes, humedecer el cerro en temporada de sequía para evitar la propagación de incendios provocados, también hay que cuidar la flora y la fauna del Cerro de Moctezuma, que por las lluvias ahora luce una extensa cubierta verde formada principalmente por mastuerzos, señala Chuen en un recorrido por el lugar que ha quedado cercado por fraccionamientos y avenidas como la Adolfo López Mateos, Circunvalación Poniente y Reforma.
Al ser un observatorio astronómico ancestral y zona de culto de la diosa Mayahuel, en el Cerro de Moctezuma cada año se realizan al menos 30 ceremonias por parte de grupos indígenas otomíes, mayas, mexicas, wixárika o huicholes en los dos equinoccios y en los dos solsticios, así como en la luna llena, indicó Chuen en la cúspide de la base piramidal que permanece semienterrada en lo alto del cerro.
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Saqueadores, al acecho
Como guardián del cerro, Chuen mantiene celosamente oculta la ubicación de los vestigios arqueológicos del cerro, que ahora permanecen cubiertos de maleza, en una zona inaccesible donde han sido borradas las veredas y caminos de acceso que conducían, por ejemplo, al monolito o petrograbado que tiene una estrella de cinco picos, que en el centro “tenía una obsidiana negra”.
Este petrograbado es un marcador de un evento astronómico relacionado con Venus, que tiene una antigüedad de más de mil 500 años, indica el arqueólogo Francisco Mayen Anguiano, quien además es oriundo y vecino de Naucalpan.
La milenaria piedra formó parte de un talud o conjunto rocoso aledaño, que se desprendió cuando depredadores dinamitaron el sitio, dice, aunque otros aseguran que cayó tras los sismos de 1985.
El nombre de Cerro de Moctezuma no es porque aquí haya vivido o sea en honor al emperador azteca, se debe a que los antiguos pobladores se referían al sitio como “allá en los montes huma”, al ser sede de asentamientos prehispánicos, por lo que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) delimitó y catalogó una poligonal de 10 mil metros cuadrados, como sitio arqueológico en la cúspide de esta montaña, precisa el arqueólogo Mayen Anguiano a este diario.
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