Stacy está desnuda frente a cerca de 80 hombres. La actriz rubia de Bombardeo con Armas Anales no prende a los solitarios asistentes del cine Savoy.
Hombres entran y salen de la oscura sala del mítico cine porno del Centro Histórico. Maduros, jóvenes y adultos mayores buscan sexo entre penumbras con otros homosexuales, bisexuales y curiosos en el lugar que huele a cloro. Todos usan cubrebocas.
Javier es un oficinista de la Ciudad de México. Camina entre comerciantes y restaurantes con aforo limitado, desde el Antiguo Palacio del Ayuntamiento por toda la calle 16 de Septiembre para llegar al cine. Aprovecha su hora de comida, dice, para desestresarse en el Savoy.
“¿Alguien sabe si está abierto el cine Savoy?”, preguntó antes en redes sociales. No le tiene miedo al Covid-19.
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Por la pandemia del Covid-19, Javier observa cómo a un señor que entra antes que él, con su caja con pan de La Ideal, le toman la temperatura, le ponen gel antibacterial, desinfectan su calzado y le exigen usar cubrebocas.
“Cine solo adultos” y “vive la experiencia” se lee a la entrada del cine que cerró sus puertas en marzo del año pasado y que reinició actividades a la par de las salas comerciales, 12 meses después.
A pesar de los letreros que piden mantener sana distancia, Javier se reúne en grupito de seis personas para tener sexo con comerciantes, oficinistas y “chacales” del Centro. Se quita el cubrebocas para hacerle sexo oral a un joven con corte de cabello militar. Un adulto mayor con lencería de mujer sacude el asiento para estar en primera fila en la escena.
“¡Ponte el cubrebocas!, ¡apaga la luz del celular!, ¡dejen libres los pasillos!”, ordena a gritos un empleado del lugar. “Que te pongas el cubrebocas”, repite.
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Con sus medias rosas de red fluorescentes, Stacy sigue en la pantalla sin captar la atención. Los gemidos de la protagonista de la película porno se vuelven tenues con los de un par de hombres que mantienen relaciones en una de las viejas butacas del complejo cinematográfico que fue inaugurado en 1943, pero que después comenzó a pasar películas clasificación D.
“¿Te la chupo?”, pregunta un hombre que pasa entre las filas mientras roza las manos de los asistentes del lugar del que la comunidad gay se apropió.
Cintas amarillas de “no pasar” bloquean un área de 57 asientos que disminuyen el aforo permitido en los cines de la Ciudad.
“Ya me agenté”, dice Javier. Sale a la dulcería donde otra mujer le vende un mazapán.
Regresa a la sala para recargarse en la pared y observar el desfile de sombras masculinas. Un hombre en muletas batalla para no caerse entre la oscuridad.
Además de reservarse el derecho de admisión, los empleados del Savoy son cuidadosos para hablar sobre cómo les ha ido en la pandemia. Uno cuenta cortadamente que en el año que estuvo cerrado no les dejaron de pagar.
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“Nos apoyaron”, dice el trabajador. “Ya se está componiendo la situación”, celebra.
Los cuatro cines porno tienen el mismo protocolo: toma de temperatura, gel antibacterial, tapete desinfectante, uso de cubrebocas y sana distancia, que no se respeta.
Juan Maldonado Lugo, secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica, mencionó a EL UNIVERSAL que estos cines pornográficos estuvieron cerrados por un año, pero se adaptaron a las normas de salubridad para operar durante la pandemia.
Aunque son muy pocos cines para adultos en la Ciudad de México, Maldonado Lugo celebró que afortunadamente ninguno dejó de dar funciones.
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“Aguantaron la pandemia”, señaló. El Savoy, el Tacuba, el Venus y el Río están abiertos junto con 6 mil 785 salas en México en lo que va de 2021.
De acuerdo con investigaciones, la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine) refiere que los cines no son lugares de contagio de Covid-19.