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La Merced cumple 66 años, considerado uno de los mercados más grandes de Latinoamérica, en su pasillos no sólo se encuentran precios económicos, también están las cientos de historias de quienes la transitan, de los y las comerciantes que la habitan.
Aunque fue inaugurado el 23 de septiembre de 1957, por el entonces presidente de México, Adolfo Ruíz Cortines y el jefe del Departamento del Distrito Federal Ernesto P. Uruchurtu, sus festejos se llevan a cabo el 24 de septiembre para empatar con la celebración de Nuestra Señora de la Merced.
Por eso hoy contamos la historia de 2 mujeres que llevan más de 50 años en los pasillos de esta “gran empresa familiar” como lo llama Hermelinda Blas o para Eloina Rojas quien asegura” me siento muy orgullosa, tengo muchos recuerdos de este bendito mercado”, compartieron a EL UNIVERSAL.
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Ubicado al oriente del Centro Histórico, se encuentra sobre avenida Circunvalación en la colonia del mismo nombre en la alcaldía Venustiano Carranza.
Aquí los marchantes vienen a surtir sus verduras, granos, semillas, carnes, artículos de cocina, cucharones, anafres, dulces, electrodomésticos, flores, recuerdos, ropa, calzones, mochilas, cubrebocas, y en su momento, hasta yerbas para amarres de amor.
Los comerciantes resisten el aumento de precios mientras procuran mantener la calidad y calidez.
“A mí mi mamá me dormía en los puestos”: Hermelinda, vendedora de nopales
Hermelinda Blas tiene 60 años, es vendedora de nopales; desde que tiene uso de razón ha corrido por los pasillos de la Merced, conoce el lugar de pies a cabeza, se mueve con destreza cuando camina en busca de sus conocidos, saluda a sus compadres, tiene más de 5 ahijados.
“Mis padres son de Los Reyes de Juárez, Puebla, debido a la falta de trabajo decidieron venirse a México, o sea a la CDMX, llegaron con 2 petates, 2 cobijas, mi hermana recién nacida y yo. Buscaron a una de mis tías, ella le dio trabajo a mi mamá vendiendo nopales por eso mi mamá me dormía a mí y a mi hermana en el puesto”, contó Hermelinda a EL UNIVERSAL.
“A los 6 años ya andábamos ofreciendo nopales ‘¡10 nopales a un peso!’, era un juego en el que competimos las niñas contra los niños para ver quién vendía más”, relató.
“Aquí conocí a mi esposo, era chalán de un señor que vendía cebollas, tenemos 3 hijos, de aquí salió para darle estudios, trabajar en la Merced me dio la posibilidad de estar con mis hijos. Pienso que si mis padres no se hubieran venido, pues mi vida sería otra”, explicó.
“Mi hija Naye dice que en la Merced se aprende primero a contar antes que a leer porque mis hijos saliendo de la escuela regresaban a ayudarme, entonces tenían que contar los nopales o la mercancía, cobrar y dar cambio”.
Herme dice que no sólo son vendedores, también se aprenden recetas, remedios caseros, se convierten en psicólogas de sus clientas. Se hacen compadres, bautizan a sus hijos y se prometen cuidar de sus familias.
De hecho la nieta de Herme camina libremente por los pasillos de la Merced sin temor a perderse, todos la conocen, no temen que les pase nada a los niños, es un sitio seguro porque entre todos se protegen.
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"Los comerciantes nos arriesgamos en incendio por nuestro patrimonio"
La Merced ha sufrido en los últimos años 2 grandes incendios, el primero en 2013 en el que se quemó de la puerta 20 a las 17; luego en 2019 de la puerta 17 a la 8, lo que ha mantenido cerrado el mercado por un largo rato dificultando el trabajo y la entrada de gente, debido a que los puestos ambulantes se han extendido afuera.
En el último incendio que ocurrió el 24 de diciembre del 2019 Herme estaba lista para cenar con su familia pero en cuanto se enteró del siniestro corrieron a salvar lo que pudieron. Todos llegaron con su ropa nueva, estaban con vestidos de gala, traje, porque era Navidad.
“Fue muy fuerte, la verdad es que es muy muy fuerte, no sé hasta ahorita, hasta después vimos la magnitud de lo que había pasado. Que se arriesgó mucho entre ellas mi hijo y mis hijos. Nosotros no medimos el peligro y mucha mucha gente vino. Fuimos los comerciantes los que nos arriesgamos. Los bomberos no pudieron entrar, mi hija sacaba cubetas de un registro gigante, de ahí se formó una cadena humana para apagar el incendio pero este lugar es nuestro patrimonio”, relató.
Herme cuenta que el incendio de 2013 ha tomado demasiado tiempo, por eso decidieron arriesgarse, trataron de salvar lo que quedaba antes de que se los cerraran por completo.
A Herme la pueden encontrar desde las 5 de la mañana en la puerta 15 de la sala de preparación, según el relato de la madre de Herme, el lugar se llama así porque allí los comerciantes sacaban a asolear el tomate o si la semilla venía mojada la sacaban al sol.
“Aquí me casé, tuve a mis hijos y sigo trabajando”: Eloina, cocinera de antojitos
Mientras tanto en la salida de la estación La Merced del Metro de la CDMX se encuentra “El Oasis”. Fundado desde hace 40 años se convirtió en el sitio predilecto para que los compradores pudieran pasar a calmar su apetito, sin embargo, los arreglos en la Línea 1 han bajado las ventas hasta en un 70% debido a la baja afluencia de gente, pero ya tiene a su clientela.
“Yo llegué aquí cuando entregaron el mercado en el cincuenta y tantos, pero ya tiene más de 60 años, yo fui testigo de todas las personalidades, el presidente Adolfo Ruiz Cortinez, el regente Uruchurtu; Manterola nos entregó los locales. Mi papá fue de los pioneros, aquí nos trajo a sus 6 hijos.”, contó Eloina Rojas Limón de 78 años a EL UNIVERSAL.
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“Mi papá estaba en la calle de República de Salvador, entró a la rifa de los locales, le tocó el 750 en la puerta 14, aún ahí está. Mi papá nos trajo y aquí hicimos nuestra vida. Para mi la Merced es un sitio donde conocí a mi esposo, tuve a mis hijos. Vendimos productos varios, frutas hasta que llegamos a este giro, con el que ya tenemos más de 40 años. Para mí todo ha sido maravilloso”, describió Eloina Rojas
Su hijo Horacio Sánchez aseguró: "Aqui vendemos todo lo que engorda: pambazos, quesadillas, gorditas, huaraches; pásele a degustar tortilla con caviar azteca (frijol) cebolla y queso, nuestro chicharrón es de marrano fit".
Eloina señaló hacia una barra imaginaria “tengo muchos recuerdos de este bendito mercado. “Aquí llegaban las clientas y me decían señora: ‘dele a mi niño, una quesadilla ahorita vengo, voy a comprar’. ‘Sí señora’. Entonces los sentaba en la barrita que estaba ahí enfrente. Ahora esos niños me traen a su familia con sus hijos y para mí, qué te digo es me siento muy orgullosa porque le dicen a su pareja a sus hijos: ‘yo aquí de niño me dejaba mi mamá’”, relató.
Para la señora Eloina eso la motiva para continuar, ahora ella no trabaja todos los días pero asegura que “todo lo hacemos con amor y con mucha limpieza porque estoy pensando que mis clientes son mi familia, y yo a mi familia pues se le sirve con amor, con esmero, con limpieza".
Debido al incendio en su nave mayor, así como el cierre de su principal entrada de visitantes, el Metro se encuentra cerrado y la gente tiene forma de llegar por el Metrobús, los camiones concesionados, así como microbúses.
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