Apenas oscurece, los letreros con luces neón brillan entre los edificios en la, una de las zonas de la Ciudad de México conocidas por ser punto de encuentro de personas que se dedican al trabajo sexual, incluso a costa de su salud y la posibilidad de contraer una infección de transmisión sexual (ITS).

“Mi trabajo es riesgoso, no puedo decir que mi trabajo es la felicidad, y por dedicarme al trabajo sexual tengo que cuidarme primero yo para cuidar a la demás gente”, señala Ingrid, una trabajadora sexual quien cuenta a EL UNIVERSAL que se realiza pruebas para detectar enfermedades como VIH, sífilis y hepatitis C, cada tres o seis meses.

Consciente del peligro de su trabajo, Ingrid, quien luce tacones altos y un vestido color champagne, acudió a la Jornada Especial de Salud para Trabajadoras Sexuales que realizó el Gobierno capitalino para realizarse pruebas y de paso, ahorrarse unos pesos, ya que estos estudios tienen un costo de entre 250 y 300 pesos cada uno.

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Con la muestra de sangre de un pinchazo en el dedo se pueden detectar
enfermedades de transmisión sexual, explican autoridades de salud. Foto: Carlos Mejía EL UNIVERSAL
Con la muestra de sangre de un pinchazo en el dedo se pueden detectar enfermedades de transmisión sexual, explican autoridades de salud. Foto: Carlos Mejía EL UNIVERSAL

Afuera del Hotel Encanto, localizado sobre Calzada de Tlalpan, este jueves 25 de julio se instaló una de las nueve unidades móviles de la Secretaría de Salud en donde se realizaron pruebas gratuitas y se entregaron kits de higiene con condones, lubricantes, cepillos de dientes y otros artículos de cuidado personal.

“La primera vez que empezamos con el recorrido nocturno, confieso que veníamos con temor cómo íbamos a ser recibidos, fue una gran sorpresa darnos cuenta que nos recibieron con mucho gusto, porque anteriormente eran poblaciones olvidadas e invisibles”, dice José Antonio Alcocer Sánchez, director general del Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones (IAPA).

Sentada frente a la unidad móvil, Adriana, otra trabajadora sexual que vive en la colonia Obrera, espera su turno para recibir “un pequeño piquete” en el dedo como parte de las pruebas.

Con una sonrisa en el rostro, cuenta que en una clínica normal; por ejemplo, en Similares, una prueba de VIH cuesta alrededor de 260 pesos, por lo que acudir a esta jornada gratuita sirve como un apoyo para su economía.

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Alrededor de 70 personas fueron atendidas por personal de la Sedesa, quienes se realizaron pruebas de VIH, hepatitis y sífilis, además hubo consejerías en materia de salud mental. Foto: Carlos Mejía EL UNIVERSAL
Alrededor de 70 personas fueron atendidas por personal de la Sedesa, quienes se realizaron pruebas de VIH, hepatitis y sífilis, además hubo consejerías en materia de salud mental. Foto: Carlos Mejía EL UNIVERSAL

Considera que aún existen prejuicios respecto a la realización de estas pruebas y se piensa que son exclusivas para quienes se dedican al trabajo sexual, cuando la realidad es que cualquier persona que lleve una vida sexual activa puede contraer una ITS.

“Se piensa ¿qué resultado voy a tener? Si me voy a hacer una prueba de VIH me van a ver mal, si me la hago es porque tengo algo, y no es cierto, aunque tengamos una pareja de base, seamos amas de casa, en cualquier momento podemos tener un contagio”, comenta.

Rodrigo, integrante de la comunidad LGBT+, que también espera su turno para subir al IAPAbus, es un ejemplo de que las pruebas para detectar estas enfermedades no deben ser exclusivas para quienes se dedican al trabajo sexual.

“Yo no soy trabajadora sexual, he tenido relaciones con varios, me he cuidado, pero siempre es bueno checarse, por eso traje a mi amigo, le comenté y se vino también, le recomendé para que se las haga de una vez, antes de que sea demasiado tarde”, explica.

Durante la jornada de este jueves se aplicaron 74 pruebas de VIH, hepatitis y sífilis; se detectaron dos casos positivos de VIH, los cuales fueron enviados a la Clínica Condesa, informaron las autoridades.

Se realizaron 45 consejerías en materia de salud mental y adicciones; se entregaron más de 3 mil 500 condones masculinos y 200 femeninos, y más de mil lubricantes.

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Estas jornadas nocturnas para trabajadoras sexuales se realizan al menos dos o tres veces por año, en distintos puntos de la capital, principalmente en donde es habitual este trabajo, por ejemplo en Garibaldi.

El personal médico encargado de realizar las pruebas llega a recibir hasta 50 personas en cada parada que hace la unidad móvil, aunque ha habido ocasiones en las que se han visto rebasados, con hasta 70 personas en una sola parada, señala José Antonio Alcocer Sánchez, director general del IAPA.

“Una de las partes más importantes que tenemos en la Secretaría de Salud es no juzgar, no criminalizar y no estigmatizar a nadie”, indica Alcocer Sánchez, quien asegura que han notado que cada vez hay más confianza, pues en las primeras jornadas se acercaban unas cinco o seis personas.

Tras realizarse sus pruebas, Ingrid desciende del IAPAbus satisfecha, pues explica que ni son pruebas dolorosas ni que demoren mucho tiempo, de ahí que recomiende a la población hacérselas, pero también, dice, fomentar el hablar acerca de sexualidad para reducir los prejuicios entorno al tema.

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“Mucha gente no le habla a sus niños o a sus niñas de 12 o 13 años de sexo porque piensan que es algo malo, pero en realidad no, los estás orientando para que empiecen a saber sobre sexo y cómo cuidarse”, afirma.

Por ello, considera que todos deberían realizarse estas pruebas con frecuencia, ya que “no nada más nosotras por trabajar en esto tenemos que hacernos pruebas, todos como sociedad tenemos relaciones sexuales con X o Y, parejas, y deberíamos cuidarnos entre todos”.

Confiesa que nunca ha salido positiva a alguna ITS en su labor como trabajadora sexual, aunque precisa que “tener una enfermedad de este tipo no es la muerte, si te ayudas, la gente también lo hace, es cosa de que tú quieras salir adelante”.

Cerca de las 22:00 horas, en las cercanías de los hoteles que pululan sobre la Calzada de Tlalpan las personas trabajadoras sexuales esperan, generalmente a pie, a que algún cliente se acerca a ellas para “darles precio”. En los muros que dividen los dos sentidos de la vialidad, por donde pasan las vías de la Línea 2 del Metro se alcanza a ver un par de pintas con las frases Respeto total al trabajo sexual y Hoteles seguros para las trabajadoras sexuales, indicio de alguna manifestación en la zona.

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