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Rubén mira con desesperación una y otra vez su reloj, y no se deprende en ningún momento de los audífonos en los que escucha el noticiario. Quiere saber qué tanto afectan las manifestaciones de los taxistas el trayecto a su trabajo. Está en el Cetram Indios Verdes, donde crece y crece el número de personas, quienes pronto se le suman a la angustia con la que arribó cerca de las 8:00 horas.
Tras quitarse los audífonos, comenta que salió de casa con 30 minutos de anticipación, “como lo sugirieron las autoridades”, pues tienen mucha carga de trabajo que, forzosamente, debe sacar esta misma semana. Es contador de un despacho, ubicado en la colonia Del Valle, pero pasan los minutos y no ve la forma de salir de ese paradero.
“Vengo de Tecámac y diario me traslado a la Del Valle. Te juro que salí con suficiente tiempo para no enfrentarme a esto. Pero, por lo que veo, de nada sirvió, pues el camión que me trae venía a vuelta de rueda, porque los taxistas desde muy temprano comenzaron a manifestarse en la caseta, a la entrada a la Ciudad de México. Y ahora, como ves, también hay problema para que salga la combi”, comenta con tristeza y frustración.
—¿Y por qué no pides un Uber? —, se le pregunta.
—¿Cómo crees?— responde con tímida sonrisa—, así como está la vialidad, creo que dejaría mi quincena. Es más, mira —y muestra su celular—, hace rato pedí una unidad y me respondieron que la tarifa subió por los problemas viales que se registran en el trayecto. Ya hablé con mi jefe y me dijo que hiciera el intento por llegar, aunque fuera tarde. Pero aun así no sé para cuándo volverá la normalidad.
Esta misma situación le ocurrió a Lupita, parada en la sala de espera de la Terminal Uno del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), quien con aparente calma comenta que espera la llamada de su hermano, que tiene que viajar a Barcelona, España, pero le informó que como llegó con una hora de retraso, “perdió el vuelo y ahora tiene que viajar a Cancún, donde le informaron que ahí podría agarrar el siguiente vuelo”, señala.
Reveló que —al igual que Rubén—, salió con tiempo de casa en compañía de Juan, su hermano. “Vivimos en Ecatepec, adelante de la FES Aragón. Anoche escuchamos el noticiario, donde recomendaron tomar precauciones, porque iban a realizarse varias marchas. Nunca nos imaginamos que uno de los puntos de estos inhumanos sujetos, era justamente Avenida Central y San Juan de Aragón. Ahí fue donde nos quedamos varados por varios minutos, por lo que Juan perdió su vuelo”, expresó casi con llanto.
Así como Rubén y Lupita, miles de capitalinos no pudieron llegar a su trabajo, escuela, consulta médica o a donde tenían que hacerlo, pues en este “lunes negro” hasta el sol sólo salió por algunos minutos, “parece que hasta él tuvo miedo, por tanto ‘desmadre’ de los taxistas”, acota con sonora carcajada don Pancho, dueño de un puesto de periódicos afuera del Metro Portales, mientras observa el paso de los integrantes del Movimiento Nacional de Taxistas (MNT).