La música de banda jamás dejó de tocar y acompañar a hombres y mujeres que finalmente se quebraron ante la partida de Aideé Mendoza Jerónimo, estudiante del Colegio de Ciencias y Humanidades Oriente asesinada de un tiro en el salón de clases.

En las entrañas de la mixteca poblana, en el municipio de Huatlatlauca, casi 200 personas acompañaron los restos de la joven que buscaba un mejor futuro estudiando en la capital del país.

Los sonidos de las trompetas, clarinetes y trombones se mezclaron con los llantos y sollozos de la familia, cuyos integrantes, refugiados en su religión, finalmente reventaron ante el dolor.

Desde la humilde vivienda donde fue velada Aideé en un ataúd blanco, pasando por las polvorientas calles del lugar, hasta el panteón municipal, las notas musicales jamás pararon.

La comunidad se volcó para despedir a una de sus hijas, con docenas de flores multicolores y blancas que llegaron hasta la última morada.

Las fotografías de la víctima junto con amigos y familia también siguieron el camino de la mujer asesinada cuando tomaba clases en el interior del aula P67 del plantel oriente en la alcaldía de Iztapalapa.

En el panteón sólo los más cercanos se quedaron a darle el adiós, en medio de una exigencia de justicia para que el alma de Aideé descanse.

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