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Alrededor de 30 trabajadores dedican seis horas todos los sábados y domingos para acomodar poco más de un millón de libros notariales luego de que los anaqueles colapsaran por el sismo del 19 de septiembre de 2017 en el Archivo General de Notarías de la Ciudad de México.
Una bocina con música ameniza el reacomodo de los libros notariales; cada uno de los empleados del Gobierno capitalino debe usar cubreboca y guantes para evitar la exposición al polvo que se acumula en los ejemplares.
Recorrer los pasillos del apartado A y B del archivo hace que la garganta se irrite; el olor a libro viejo se percibe a cada paso.
Hace dos años el sismo colapsó los anaqueles y el acervo notarial, que incluye actas de nacimiento y títulos de propiedad.
Los tomos están en desorden y esto afecta a los ciudadanos que enfrentan algún tipo de juicio ordinario, además de que existen cerca de 400 mil libros que los notarios tienen la urgencia de depositar en el archivo.
Cada uno de los volúmenes notariales debe cerrar cada cinco años y estar conformado por 200 folios únicos; es decir, una serie numérica exclusiva de cada notaría que deben ser colocadas en cada documento.
Los trabajos para acomodar el acervo se intensificaron desde enero pasado en comparación con lo realizado por la administración de Miguel Ángel Mancera, cuando sólo ordenaron 15 notarías, acusó Juan Romero, titular del Archivo General de Notarías.
Actualmente, poco más de 200 despachos están disponibles para su consulta; esto representa 20% de la información colapsada en el viejo edificio del Archivo General de Notarías, pues aunque están acomodados, falta integrar libros notariales.
Acciones
Este año iniciaron los trabajos para acomodar el Archivo General de Notarías y, desde junio, se realizan jornadas extraordinarias sábados y domingos, en donde la Consejería Jurídica decidió solicitar apoyo de otras áreas.
“De enero a mayo, eran los que podía venir sábado y domingo. [Los colaboradores] vienen de diferentes áreas y como cinco personas de notarías, dependiendo”, explicó el director.
El resto de los libros notariales, según palabras de su titular, deberán estar disponibles para su consulta a finales de año, pero dependerá de los trabajadores que envíen las diferentes dependencias gubernamentales y la ayuda del Colegio Nacional de Notarios.
El edificio que alberga —desde 1985— la sede del Archivo General de Notarías es una estructura vieja; las paredes dejaron de ser blancas, algunas se ven descarapeladas o humedecidas por las goteras. Las escaleras están desgastadas y una luz amarilla refleja la falta de mantenimiento al lugar.
Dichas escaleras conducen a un estacionamiento, que debido a la falta de espacio, tuvo que ser acomodado para colocar aquellos libres notariales que ya están disponibles para consulta ciudadana.
Trabajo cuidadoso
Expuestos a la humedad y a la temperatura ambiente, los trabajadores deben revisarlos constantemente para evitar se hagan hongos sobre ellos.
Los libros notariales que los trabajadores comienzan a acomodar son colocados en una fila larga sobre el piso; el apéndice de cada uno de ellos les dice la forma en la que deben de estar agrupados, pues da un número de documentos por notaría.
El trabajo del archivo es rústico, manual, lejos está la búsqueda a través de medios electrónicos.
Para ubicar un ejemplar existen trabajadores especializados, quienes logran encontrar los documentos que solicitan los ciudadanos en el menor tiempo posible.
El trabajo manual también lo realizan para acomodar los libros, los cuales son colocados de acuerdo a una serie numérica y se instala una tarima para que ubiquen en el lugar en donde deberán esperar la instalación del anaquel.
Las estructuras fueron contratadas por la administración anterior y la mayoría de ellas no ha sido instalada debido al espacio; sin embargo, conforme los trabajadores van agrupando, se llama a la empresa para que los instale.
Cada una de estas estructuras tiene un dictamen que garantiza que no volverán a colapsar.
Para el director, Juan Romero, al Archivo General no se la ha dado mantenimiento desde hace varias administraciones, por lo que se debe pensar en un proyecto y un edificio alterno que albergue todo el acervo que entregan las 250 notarías, toda vez que ya no existe cupo para más entregas.