Alfredo “N”, el joven de 28 años que el pasado fin de semana destruyó la cabeza del águila del Hemiciclo a Juárez, en la Alameda Central, sigue en prisión pues aún no se define su situación jurídica, ahora bajo el resguardo de la Fiscalía General de la República (FGR) luego de que la fiscalía de la Ciudad de México (FGJ) y el Tribunal Superior local (TSJ) se declararan incompetentes.
Esto debido a que el monumento es propiedad y patrimonio del gobierno federal, el cual, según los especialistas, es “invaluable” por el valor histórico que tiene incluso, no han podido determinar el monto económico que representa la pérdida de la cabeza del águila, si se podrá restaurar o hacer una pieza similar —con el mismo material— y que se pueda adaptar.
El día de su detención, el joven dijo a los elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) que “estaba borracho” y que al darse cuenta que en las diversas marchas que se realizan en la Ciudad hacen desmanes y no detienen a nadie, “se le hizo fácil” destruir la pieza, para la cual, dijo, utilizó una barra de hierro que encontró en el mismo lugar y con eso la golpeó.
El imputado dijo también que desconocía el valor histórico de la pieza, por lo que se retiro caminando del lugar. En la calle Doctor Mora, en la colonia Doctores, los oficiales lo detuvieron por denuncias ciudadanas.
En un principio, la fiscalía local inició la carpeta de investigación CI-FCH/CUH-2/UI-1C/D/01169/02-2020 por el delito de daño a la propiedad doloso, aunque el ilícito no merece la prisión preventiva oficiosa, la agravante es que la pieza es histórica.
La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, informó que la Secretaría de Finanzas trabaja con el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) para cuantificar los daños al Hemiciclo a Juárez.
“La Secretaría de Finanzas está consultado con el INBAL para que se pueda hacer la estimación exacta de cuánto se requiere y proceder de inmediato [con] su restauración”, dijo.
Expuso que al llegar al Gobierno local, el Hemiciclo a Juárez estaba dañado y tuvieron que asumir los costos; sin embargo, todos los monumentos históricos cuentan con seguro.