Para mujeres y hombres internos en cárceles de la Ciudad de México, sembrar se ha vuelto un escaparate. En el Centro Femenil de Reinserción Social de Santa Martha Acatitla, Centro Varonil de Santa Martha, en el anexo Norte y anexo Oriente, se plantan hierbas medicinales, frutos, verduras; se crían gallinas, conejos, y todo ese producto no sólo se va para los penales, sino para la venta al público.
Rábanos, hierbabuena, papaya y hasta plantas de temporada se cultivan en los penales; luego salen a la venta bajo la marca registrada Hazme Valer.
De cara a la temporada de Día de Muertos, los huertos urbanos están listos para llevar cempasúchil a las casas capitalinas.
Para Amelia Albino Matías, una mujer que está por cumplir su condena de poco más de 17 años al interior de Santa Martha Acatitla, plantar cempasúchil en prisión, así como otras plantas, frutos o verduras la ha llevado a encontrar paz, amor y compañerismo. Ella es la cabeza de uno de los cinco huertos urbanos con los que cuenta el Sistema Penitenciario de la Ciudad de México, y desde donde saldrá una producción de cempasúchil para fomentar el consumo local.
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Las flores de cempasúchil en su color original, es decir, amarillo, crecen sobre la tierra húmeda que ha sido trabajada cerca de nueve meses, hasta llegar a estas fechas en donde comienzan a florecer.
Y ahí está la producción de este año no sólo en Santa Martha Acatitla, sino en cuatro huertos más, en donde el cempasúchil ya se encuentra listo para su venta al público.
EL UNIVERSAL visitó el huerto de la Penitenciaría Femenil de Santa Martha Acatitla para conocer el proceso que realizan 15 mujeres al interior de este espacio verde.
Sembrando, las mujeres olvidan por qué están recluidas, olvidan todo lo que cargan en su alma, el no ver a su familia, estar lejos de una sociedad que se sume en una cotidianeidad absorbente. Les hablan a las plantas, les cuentan sus penas, ellas saben que guardarán sus secretos.
Y en medio de esa complicidad, el cempasúchil ha crecido para salir al público a dar color a ofrendas, casas, fachadas y espacios públicos. Este año, las flores serán acompañadas por macetas con diseños únicos, que otras y otros internos realizaron en los talleres que ofrece la Subsecretaría del Sistema Penitenciario como parte del proceso de reinserción.
El huerto urbano de Santa Martha Acatitla es un pequeño predio con un invernadero en donde reposan plantas medicinales que las mismas internas usan. Lleva 10 años y poco a poco se ha ido expandiendo.
Se ubica en la parte trasera en medio de dos torres de dormitorios y para llegar a él, el equipo de este diario tuvo que pasar por el patio principal del penal, luego se condujo por uno de los pasillos hasta uno de los comedores, en donde algunas internas, la mayoría de uniforme azul que indica que cuenta con una sentencia, comían.
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De ahí, un acceso ubicado al lado de los baños desembocó hacia otro pequeño patio con dos aulas, y un kiosco usado en ese momento como tendedero. Y por un pequeño acceso se encontraba el huerto verde, sin ruido, fresco, en donde las agricultoras descansaban de su jornada de trabajo.
Ser agricultoras es su forma de ganarse la vida; además, para todas ellas, será su fuente de trabajo cuando salgan de prisión.
Y así lo cuentan no sólo Amelia, sino Jessica Rodríguez, una de las chicas que lleva cuatro meses aprendiendo el oficio. Ella llegó al huerto cuando el cempasúchil comenzaba a brotar y se involucró tanto que hoy se alegra de verlo listo. Lo primero que plantó fueron semillas de chile, hierbabuena y papaya.
“Me empezaron a capacitar para aprender a sembrar, a cultivar, aprender los nombres de las plantas, más que nada cómo se siembra, hay un orden y proceso, a su vez, saber cosechar… Yo sé que esto me va a servir para el día que yo salga, para tener un trabajo”, comentó.
La familia de Jessica nunca se imaginó que desde prisión se hicieran esos trabajos y les sorprendió saber que ella, con dos años en Santa Martha, se dedique al cultivo.
“Te olvidas realmente de que estás en este lugar, aquí es una vida nueva, para mí es como la película de Narnia, sales del ropero y es una vida, entras al ropero y es otra vida. Yo disfruto demasiado estar aquí en el huerto”, relató.
Proceso
Amelia Albino explica a este diario el trabajo que realizaron sus compañeras para lograr su plantío, dividido en dos partes de tierra fértil en donde crecen estas flores. Ahí se pueden observar cada uno de los pasos, primero pusieron las semillas para que brotaran, luego cáscaras de huevo —que también producen— para dotarlas de calcio. Cada tercer día fueron regando la tierra y cada 15 días la aflojaba para que la planta fuera encontrando salida.
Conforme pasaron los meses de esta temporada, unas pequeñas flores verdes comienzan a brotar de la tierra; posteriormente, un tallo con sus respectivas ramificaciones, que a la distancia no parecen nada a la forma final que las personas disfrutarán en medio del Día de Muertos, y que engalana el arribo de las almas los días 1 y 2 de noviembre.
De esa plantita verde comienza a florecer el cempasúchil y aquel que en el proceso no termina por completar su crecimiento es deshojado para volver a arrojar esas hojitas a la tierra, y se reinicie su proceso de germinación.
“Tenemos ya la planta de cempasúchil. Tenemos los tres procesos, el primero es la semilla que ya brotó. Pasamos a la parte número dos, que es donde está la planta más grandecita, y luego ya salimos al mercado con esta”, explicó Amelia.
Amelia y sus compañeras ahora están listas para la venta de nochebuenas para la época decembrina.
“Llevo aproximadamente en el huerto seis años y aquí podemos encontrar desde una lechuga romana, lechuga de hoja, rábanos, col, contamos con espinaca, tenemos hortalizas, contamos con un invernadero que solamente cuenta con pura planta medicinal”, detalló.
Talleres de reinserción
Ernesto Omar Hernández, jefe de talleres de organización y capacitación para el trabajo del Centro Femenil de Reinserción Social de Santa Martha Acatitla, comentó que se trata de “un programa de autoconsumo, primero con plantas medicinales, la hierbabuena, manzanilla, para los tés, también se fabrica aquí el jabón, es un programa de autoconsumo que hacen las mismas chicas (…)”.
Dijo que “para ellas, el huerto es otro mundo, una parte tranquila, vienen aquí, se esmeran en lo que hacen, también con el cuidado de los animales, tenemos conejos, es un tipo de terapia”.
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Precisó que el Sistema Penitenciario ha podido comercializar los productos que realizan los internos de los 13 Centros Penitenciarios, pero con la llegada de Hazme Valer en 2019 la demanda creció.
Actualmente, hay dos tiendas en donde las personas pueden adquirir cada uno de los productos, una de ellas se encuentra en José María Izazaga 29, planta baja, colonia Centro, y en el Museo del Policía, ubicado en Victoria 82, en la misma colonia de la alcaldía Cuauhtémoc, en donde el cempasúchil estará disponible para su venta.