“Cuando termino una pieza es una satisfacción total, saber que podemos recuperar una figura que se había dado por perdida es lo más bonito”, dijo Alejandro Caballero, restaurador en Casa Belmod, mientras trabaja en una figura de María en tamaño real, la cual deberá estar lista este 12 de diciembre, día en que se festeja a la Virgen de Guadalupe.
Alejandro, quien lleva más de 35 años en el oficio familiar, recibió una Virgen María sentada, observando el nacimiento del Niño Dios, que no tiene una mano.
Dice que el valor de esta Virgen María va más allá del precio, “por eso el cliente a fuerzas quiso repararla y no comprar otra, porque muchas veces se da que la compró la bisabuela y la trae la bisnieta porque se la quiere dar a su hija”.
Lee también Arranca restauración del Ángel de la Independencia; prevén que trabajos terminen en tres meses
Primero, Alejandro valoró la figura, pues “hay que ver qué parte está mal, porque hay imágenes que no se pueden arreglar”.
“También les pueden quedar cicatrices, es como si te lastimas la mano, te queda una cicatriz, pasa lo mismo con las figuras, esta como fue algo pequeño y necesita de algunos detalles no va a haber problema”, comentó.
La pieza, hecha de fibra de vidrio, únicamente necesitaba la restauración de la mano izquierda y algunos detalles de pintura. “Hay que hacerlo con cuidado para respetar las articulaciones y las uniones”.
Lee también Vitrales de Goeritz, sin descanso
Caballero recomendó no tratar de pegar las figuras al romperse, pues muchas veces se deforman las uniones, así como tampoco utilizar resistol amarillo. Pidió llevarlos a su taller ubicado en Calzada de Guadalupe 379, en la alcaldía Gustavo A Madero.
Alejandro comenzó a preparar la resina junto con el catalizador para acelerar el tiempo de pegado. Cuidadosamente, colocó la sustancia en el muñón de la Virgen María, para luego pegar la extremidad, “que era la original. A veces sí hay que comprar otras piezas, pero la mano está en buenas condiciones”.
El secado fue prácticamente inmediato, por lo que, con ayuda de una lija, el restaurador pulió la mano y el brazo. Luego, retiró el exceso de resina con una pequeña pala, “para que agarre bien la pintura”.
Lee también FOTOS: La Catedral de Notre Dame deslumbra en su reapertura tras cinco años de restauración
Después, inició con el proceso de pintado. Observó cuidadosamente el color de la mano, manto y uñas, “uno ya tiene el ojo educado, voy haciendo mezclas y midiendo el parecido”, e igualó los tonos.
Una vez conseguido el color preciso, y con ayuda de una máquina compresora de pintura y un aerógrafo, Alejandro disparó cuidadosamente en la mano, uñas y el manto azul celeste de la Virgen María.
Para Alejandro Caballero, la restauración de figuras católicas es un arte, pues además de pintar y reparar las piezas, busca en cada trabajo dar “una expresión en el rostro y un sentimiento en el cuerpo”.
Dijo que, apoyado en su catolicismo, llega a sentir cosas más espirituales al restaurar alguna figura, pues “es algo mágico, amo mucho mi trabajo y me encanta lo que hago”.