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A casi tres meses del atentado que sufrió sobre Paseo de la Reforma, en la colonia Lomas de Chapultepec, Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Ciudadana, se ve bien, sin la férula que le inmovilizó la pierna ni el cabestrillo en el brazo derecho. Pero cuando entra a detalle, explica que la pierna no tiene toda la movilidad y el brazo carece de la fuerza suficiente para levantar un objeto, incluso prueba con una figura que adorna su oficina.
“Es que no he sido muy disciplinado con la terapia, pero ya voy a regresar”, afirma.
El ataque está más que fresco en su mente. Cuando retumban un par de cohetones de unos manifestantes se sobresalta y busca de dónde provienen.
No es para menos, la mañana del 28 de junio cocieron a tiros la camioneta blindada —encontraron 400 casquillos percutidos— en la que viajaban y donde murieron sus dos escoltas.
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“Yo venía bajando por Paseo de la Reforma y en un tope donde se para la camioneta se atraviesa una camioneta de tres y media toneladas, todavía no terminaba de pararse cuando ya estaba tronando el primer impacto en el parabrisas. Le siguieron muchísimos disparos más, fue un momento de mucha confusión, humo, polvo, etcétera”, detalla García Harfuch mientras su rostro se tensa y trata de contener sus emociones.
Recuerda que iba en el asiento del copiloto y Édgar, su escolta, conducía la camioneta blindada. Cuando cayó la lluvia de tiros, le pidió meter reversa.
—¡Ya no sirve la camioneta! Ni para atrás ni para adelante, le respondió el chofer.
“Cuando vimos que la camioneta ya no funcionaba, la primera reacción fue disparar a través del parabrisas, obviamente no salieron, quedaron incrustados los balazos en el parabrisas.
“Yo me paso hacia atrás después de los primeros disparos, tomo una arma larga y es cuando soy impactado en el brazo derecho. Ahí, Rafael [otro escolta] estaba pidiendo auxilio, hace un quejido muy leve y pierde la vida”, relata el jefe de la policía en su plática con EL UNIVERSAL.
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Fueron dos minutos de una balacera incesante, la cual fue ordenada, organizada y ejecutada por miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), grupo que García Harfuch considera que no representa un peligro para la Ciudad de México, pues carece de una estructura sólida, “sus células interactúan con otras bandas de la capital para delinquir”.
La rápida reacción de la policía tras el ataque le permitió sobrevivir, pues, asegura, 10 segundos más de balas le hubieran quitado la vida.
El primer tuit que publica es responsabilizando al CJNG, ¿por qué?
—Antes de entrar al quirófano me entero por las noticias que había mucha especulación. Decían que había sido La Unión, La Anti-Unión, un grupo de Michoacán, y pues antes de entrar decido que no quede duda qué grupo fue o al menos de dónde venían las células. ¿Por qué lo digo con esa seguridad? Por la información y las investigaciones previas al atentado.
¿No tomó previsiones?
—Sí, es muy fácil para mí ahorita decir ‘hubiera hecho esto o lo otro’. Nosotros lo que hicimos fue tomar precauciones, pero seguimos trabajando muchísimo, era una labor constante.
¿Minimizaron amenazas?
—No las minimizamos, pero sí reconozco que pudimos tener un dispositivo de seguridad mucho más fuerte.
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Una de las hipótesis de la investigación es que se infiltraron en la corporación. ¿Fue así?
—No tenemos indicio de que haya habido alguna participación interna con esos grupos, porque no salimos a decirlo de inmediato, fue una investigación larga. No encontramos nada que indicara que hubo filtración o traición de algún compañero en esto que ocurrió.
¿Hay posibilidades de un nuevo atentado?
—No veo por qué no habría de suceder si no cumplieron su objetivo, faltan muchas personas por detener, trabajamos todos los días en las investigaciones.
¿Qué le hizo al Cártel Jalisco Nueva Generación que reaccionó así?
—No sé, más que hacer mi trabajo desde hace muchísimos años, detenciones, etcétera, pero si me pregunta específicamente si hubo algo, no le podría contestar eso.
¿Los funcionarios de la CDMX están vulnerables a sufrir un ataque?
—Qué funcionario que esté realizando tareas de seguridad, ya sea de la Ciudad o de otro estado, que hace bien su trabajo puede ser vulnerable a un ataque.
La pregunta es porque hace unos días hubo una amenaza contra la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
—Fue una denuncia anónima que atendió la Fiscalía General de Justicia. Una llamada que llega al C5, dan los datos de un domicilio, de una persona, la policía de investigación cateó el domicilio, presentó a la persona ante el Ministerio Público y creo que pudieron acreditar que era una falsa amenaza.
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¿Está garantizada la seguridad de la jefa de Gobierno?
—Sí, por supuesto.
¿El equipo de seguridad que tiene no es muy grande para su nivel como funcionaria?
—Recordemos que la doctora Sheinbaum es una mujer de convicciones muy claras, y difícilmente creo que la podamos ver, aun a pesar de su seguridad, en una Suburban blindada con otras cuatro camionetas atrás.
LOS CÁRTELES
El jefe de la policía destaca las nuevas facultades que tienen para investigar y que les ha permitido dar golpes certeros, principalmente a los cárteles que operaban en la capital, a tal grado de afirmar que ya no existen como tal sino como células atomizadas que buscan subsistir.
¿Qué es lo que queda de La Unión o de La Anti-Unión?, ¿siguen siendo cárteles?
—Yo no quisiera ser quien defina si son cárteles o no. Lo que puedo decir es que están muy atomizados, no podemos hablar de un cártel de La Unión bien estructurado con un solo líder y de ahí todo baje, definitivamente no, y de La Anti-Unión menos.
¿La atomización no abre la posibilidad a que un cártel nacional se asiente?
—En la Ciudad de México siempre ha operado una delincuencia organizada local de muchísimos años. Si tuviéramos un grupo como en su momento fue La Unión Tepito, lo que veríamos es una corrupción absoluta, y cuando hay un golpeteo constante a estas organizaciones y se tienen varias células, es mucho más difícil de detener.
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¿Qué tan grande es la presencia del CJNG en la Ciudad de México?
—Ha habido células que hemos detenido, se le han asegurado armas largas, estupefacientes, droga, inmuebles, etcétera. ¿Qué tan fuerte es? Hoy no la tenemos como una amenaza real para la Ciudad de México.
¿No hay una presencia fuerte de esta organización que organice o diseñe estrategias delictivas?
—Lo que sabemos es que hay células de estas organizaciones delictivas que tienen contacto con otras locales, que realizan venta de droga, extorsión u otros delitos.
¿Pero no como estructura hegemónica?
—Por supuesto que no. Hoy no creo que haya una célula hegemónica en la Ciudad de México que sea la que tenga el control.
García Harfuch resalta la caída de delitos como robo en el Metro, microbús y a vehículo, pero reconoce que no están satisfechos porque persiste en la ciudadanía un ambiente de inseguridad, un tema que le llevará meses y hasta años cambiar.
No obstante, dice que desde enero de 2020 se puede ver un antes y un después de la Secretaría de Seguridad Ciudadana.
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Mientras se ajusta el saco, el jefe de la policía acepta que la mujer es muy vulnerable en la capital del país. Un reflejo de ello es el incremento de los feminicidios, además de que el confinamiento por la pandemia disparó la violencia intrafamiliar.
“La misión de la policía es atender de inmediato cualquier reporte que se presente, separar a la mujer del presunto agresor, y si se confirma la violencia, presentarla ante la fiscalía capitalina”, explica.
Esta situación ha dado pie a las marchas y manifestaciones de mujeres en la capital del país, que han terminado con actos de vandálicos.
“También ha habido personas que se infiltran en las marchas que destruyen, y con un objetivo claro, que es el de desestabilizar”, enfatiza.
¿Buscan dañar la imagen del Gobierno?
—Por supuesto que dañar la imagen del Gobierno y buscando provocación con la policía para que pase algo peor, pero eso nunca va a suceder.