Marcela Figueroa Franco, subsecretaria de Desarrollo Institucional en la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) capitalina, es una mujer que siente desde las entrañas el actuar de las corporaciones policiales.
Las conoce desde adentro, debido a los años en los que las investigó para una organización de la sociedad civil.
Quiso entender la inseguridad desde el actuar de las corporaciones y hubo un hecho que la marcó rotundamente: la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, la noche del 26 y 27 de septiembre de 2014.
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Ese hecho, cuenta, la llevó a hacer un análisis sobre la relación de la violencia y la desigualdad en Guerrero, tema con el que encabezó su tesis de maestría en Ciencia Política en la Universidad Central Europea en Hungría.
“Me marcó [ese tema], tratar de entender la violencia desde otros ángulos, entenderla como consecuencia de otras como la desigualdad, fue lo que me movió”, dice sentada en su oficina en la Universidad de la Policía, desde donde enumera los cambios, la formación y desarrollo de las y los uniformados capitalinos.
Su presencia ha impactado a las mujeres policías, a quienes se les estimula más para ascensos, reconocimientos y mandos. Cambió protocolos de formación y evaluación, y detalla que desde su ingreso se privilegia un lenguaje de inclusión en donde los nombres para los cargos de mujeres están en femenino.
Originaria de Mérida, Yucatán, Marcela Figueroa es politóloga por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), lugar en donde cumplió su primer sueño: estudiar en la Máxima Casa de Estudios de la nación.
Llegó a la capital del país hace 20 años, e hizo innumerables trabajos para llevar los gastos de sus estudios, hasta que entró a la iniciativa privada.
El tema de la seguridad, en todos sus aspectos, siempre le ha interesado. Considera que es “una policía frustrada”; sin embargo, dice conocer toda la operación de las mismas, pues recorrió el país para investigarlas.
En la organización Causa en Común, de “ahí conozco a la policía y me enamoro de ella, porque si bien yo trabajaba temas de seguridad, no había trabajo de temas de ese rubro y sinceramente me doy cuenta que yo era una policía frustrada.
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“No hay otro lugar en donde yo quisiera trabajar que no sea la policía”, reflexiona con una sonrisa en su cara, momento en el que se le pregunta si desea continuar su carrera en la SSC, y sin titubear asegura: “Es un enorme orgullo [estar en la SSC], es un enorme orgullo y satisfacción porque puedo servir a la Ciudad, un enorme reto y responsabilidad al mismo tiempo.
“No me veo trabajando en otra cosa que no sea la seguridad y la policía, sinceramente”, añade.
Y es que considera que las policías guardan un papel importante en la sociedad, y bien manejadas funcionan como un camino para resolver muchas cosas en un país.
Sus años como investigadora lograron también que conociera cómo es que vivían las y los policías dentro de la corporación, lo que les hacía falta, las debilidades que se compaginaban con los contextos de violencia.
El aprendizaje la impulsó a que buscara, a cómo dé lugar, ser servidora pública, y el Gobierno de la Ciudad de México le abrió las puertas para eso. Todo con miras hacia la Secretaría de Seguridad Ciudadana.
“Yo quería ser servidora pública… yo pude visitar la mitad de las policías como investigadora de Causa en Común, evaluando lo que hago ahora”, cuenta.
Figueroa Franco dice que a su arribo a la policía capitalina contaba con procesos viejos, engorrosos, que no cuidaban a los elementos de la corporación.