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Pese al anuncio de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, de que este lunes la Ciudad de México pasa al color amarillo en el semáforo epidemiológico, a lo que se suma el Día de las Madres, restaurantes de la Condesa lucieron semivacíos y contadas fueron las familias que acudieron para adelantar el festejo.
“En la mañana le di a mi mami su regalo: 100 pesos que junté de mis últimos domingos, y ahorita con eso me invitó a comer”, dijo tímidamente Nara Mendoza, de siete años, en un restaurante.
En tanto, su joven madre, Bibiana Islas, la observaba con ternura y le dio las gracias por su regalo adelantado del Día de Madres, “porque gracias a eso traje a comer a mi hermano y su esposa y al hijo de ambos; la más grandecita es mi otra hija”, comentó la orgullosa señora.
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La plática fue interrumpida por Jorge, un vendedor de girasoles, quien se acercó con la esperanza de que alguno de los comensales que se encontraban sentados en los restaurantes ubicados en la calle de Ámsterdam le compraran su mercancía.
Más adelante, en el restaurante Nonna Cocina-Bar, ubicado justo en la esquina de Ámsterdam y Michoacán, la familia González apenas leía el menú.
“Claro que es el Día de Madres adelantado. Espero que mañana comamos en casa. Hoy es dominguito y es un previo a mi festejo”, compartió entre risas doña Patricia, la jefa de familia, acompañada de sus cuatro hijas y primos.
Sin embargo, esa fue una de las contadas familias que ocuparon una de las mesas instaladas en la banqueta, pues en las otras había parejas, caballeros o damas solitarias; predominaron las mesas vacías y las miradas tristes de los meseros.
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Lo mismo ocurrió en el restaurante Caffé Toscana, a un costado del Parque México, donde la familia Martínez —una pareja con su hija y la hermana del esposo— mostró alegría porque era la primera vez que salían luego de casi un año de estar confinados.
El contraste
Una situación totalmente opuesta se vivió en el mercado Jamaica en la Ciudad de México, donde cientos de personas fueron por los tradicionales arreglos florales para la ocasión.
Los arreglos de rosas, girasoles y lilis dan un matiz colorido al lugar. Los vendedores a gritos ofrecen su mercancía a las cientos de personas que vistan el mercado. El lugar luce como en sus mejores tiempos, antes del Covid.
Jonathan, quien junto a su padre y su hermano atienden su negocio, Florería las Coronas, dice que desde hace unos meses dejó de vender el número de coronas que vendió durante la primera y tercera ola de Covid.
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“Ya bajó bastante la venta, al menos en 50%; cuando fue la primera y tercera ola vendíamos muchas, es lo único que se vendía. No era grato, pero es mi trabajo y la gente lo necesitaba. Ahora estamos vendiendo arreglos florales por el Día de las Madres, va lenta la venta, pero es mejor vender arreglos que coronas”, explicó el joven.