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david.fuentes@eluniversal.com.mx
La corporación federal que investiga el millonario robo a la Casa de Moneda de México logró ubicar e identificar a la banda que lo perpetró.
Dos de los delincuentes, vestidos con ropa casual, cuyos rostros fueron difundidos el martes pasado, son primos y, según las autoridades, responden a los nombres de Édgar y Pablo Tenorio, ambos originarios de la alcaldía Iztapalapa.
La tercera persona, quien se lleva los mil 567 centenarios robados y usa gorra negra, cuyo nombre no fue revelado, cuenta con antecedentes penales por robo a mano armada.
Se sabe que participaron otras dos personas más, entre ellas una mujer que se presume es pareja sentimental de uno de los atracadores (del que viste suéter café y corbata).
La revisión que hicieron los investigadores de las imágenes captadas por cámaras de seguridad privadas, así como del C5 de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), a las que tuvieron acceso, permitió establecer que los delincuentes escaparon con rumbos distintos.
Dos se fueron en una moto de pista sobre Paseo de la Reforma, dieron vuelta en la calle Río Tíber, luego tomaron Circuito Interior hasta perderse en las inmediaciones de la colonia Verónica Anzures, en la alcaldía Miguel Hidalgo. Los otros cómplices huyeron en un auto compacto por una ruta distinta, pero aparentemente hacia el mismo punto.
Las autoridades federales sospechan que conocían el sistema de vigilancia de las cámaras del C5 o posiblemente tuvieron complicidad con alguien más, pues justo donde se reunieron y cambiaron de vehículo (en la Anzures) no hay cámaras de seguridad y la más cercana está descompuesta.
Ahí se les perdió el rastro a los atracadores. Sin embargo, luego de que se difundieran sus rostros, familiares de los implicados, bajo el argumento de no querer problemas con la autoridad, proporcionaron datos y detalles importantes de ellos.
Incluso, las autoridades locales presumen que no han podido salir de la Ciudad, esto gracias a un cerco de seguridad que de manera inmediata se implementó luego del atraco. La difusión del rostro de los sospechosos también sirvió de mucho, pues se reforzaron las revisiones en las centrales de autobuses, aeropuertos y carreteras.
El camino de las monedas. La hipótesis que han establecido las corporaciones de investigación sobre el destino del oro es que posiblemente los 50 millones de pesos robados en mil 567 centenarios se encuentran en una joyería donde, de no encontrarlas a tiempo, serán fundidos para su venta en pequeñas piezas de joyería y sin dejar rastro alguno, pues una vez transformado su rastreo será imposible.
La indagatoria apunta a que una vez que los delincuentes se reunieron en algún punto de la colonia Verónica Anzures para cambiar de vehículos, alguno de los atracadores de inmediato se dirigió a la zona Centro y luego, aparentemente, a refugiarse en Iztapalapa.