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Con el surgimiento de bandas delictivas en la Ciudad de México durante los últimos años, comenzaron delitos como el cobro “por derecho de piso” o “permisos para trabajar”. No sólo los comerciantes y locatarios llegan a ser víctimas de extorsión, también lo son los conductores del transporte público.
El 3 de noviembre pasado, por ejemplo, en una página web de denuncias en la colonia Morelos y zonas vecinas se difundió el video de un asalto a una camioneta tipo VAN. Abordo viajaban 13 pasajeros y la hora de la grabación marca las 7:58 de la mañana.
Un hombre saluda amablemente a los pasajeros al subir y ocupa un asiento; diez segundos después ingresa su compañero con gorra negra y una mochila. Solo transcurren cinco segundos para que el primer hombre saque un arma y amedrente al conductor. “Dame la renta, no me quiero pasar de verga” le grita.
El cómplice llama por teléfono señalando que los esperen afuera. Mientras despojan a los usuarios de sus objetos de valor bajo amenazas, uno de los delincuentes dice al chofer: “Quiero 100 mil pesos depositados. Nada más depositaron 20 mil ayer. Y se los dije desde el día sábado de la semana pasada. Quiero que le digas a tu línea que qué pasó con el depósito”.
“No te va a pasar nada, sólo quiero que cooperes”, es una de las frases que expresan a un pasajero. Durante el trayecto uno de los asaltantes va dando indicaciones sobre dónde van a bajar con el botín. “No te pongas de necio hijo de tu puta madre. Con riesgo de que te mate, ¿que no amas tu vida?”, pregunta un delincuente al chofer.
Los conductores de microbuses y combis han sufrido extorsión por parte de asaltantes o presuntos representantes de algún cártel delictivo. En la Ruta 17 de microbuses en pleno centro de la CDMX, en sus paraderos adyacentes a las estaciones Hidalgo y Tacuba de la Línea 2 del Metro , opera un individuo que se encarga de extorsionar a los choferes. Lo conocen como “El Terri” o “El Terrible”.
“El Terri” estuvo en el reclusorio porque “andaba en malos pasos”, explican algunos choferes. “Mientras estuvo encerrado hizo amistades”. Al salir de prisión empezó a conducir en las rutas de microbuses, pero se mantuvo en contacto con las personas que conoció en la cárcel.
En uno de los ilícitos que cometió con sus nuevos amigos, recibió un balazo y perdió una pierna. A partir de entonces utiliza muletas. Al recuperarse regresó a los paraderos, pero no para trabajar honradamente, sino para extorsionar a sus ex compañeros. “Quien no cumple sus caprichos lo manda a golpear o asaltar”, afirman los conductores.
“Ya lleva como un año así, cuando trabajaba como chofer no se metía pero a raíz de su accidente inició. Yo le digo ‘accidente’ pero en realidad fue por uno de esos trabajos que lo mandaron”, detalla uno de ellos a EL UNIVERSAL.
“El Terri” extorsiona a varios conductores, exigiendoles desde 100 hasta 200 pesos diarios. “Cuando no está en el paradero de Tacuba, está en el de Hidalgo. Ya conoce la ruta porque trabajaba aquí”, insiste.
Un conductor intentó denunciarlo, pero los policías capitalinos le pedían pruebas y desistió para no meterse en problemas. Le preguntaron: “¿Cómo te extorsiona? tienes que traer pruebas. Grábalo”. Otros cedieron ante las amenazas luego de que tres de sus compañeros que se rehusaron a pagar o que no cubrieron la tarifa fueron golpeados.
“Él manda traer gente que conoce de allá, de la Morelos . Cuando vienen a los choferes los agarran solos, o a veces, pues nosotros no nos queremos meter en problemas. Yo ya estoy grande y tengo mi familia, no me puedo buscar un problema así. Muchos por miedo o por precaución no nos metemos, entonces están golpeando al compañero ¿y qué haces? pues te volteas, porque andamos aquí diario y todo el día”, narra uno de los choferes de la Ruta 17 .
Por el miedo a las amenazas algunos conductores comentan que sus compañeros han dejado de manejar. “O le pagas o no te deja trabajar. Ahora ya sólo llega a recoger el dinero, ya sabe a qué hora estamos y donde estamos, porque como estuvo aquí ya sabe. Con decirte que hasta trae carro”.
El paradero de Tacuba había logrado disminuir su índice de asaltos a conductores y a usuarios, después de la remodelación, señalan los choferes. “Aquí en todas las rutas han asaltado, ahí en Galerías [sobre Circuito Interior, en la colonia Verónica Anzures] pasando el puente diario asaltaban, entre cinco y seis carros por día. Empezaron a poner mucha vigilancia y bajó mucho”, aseguran.
Javier es uno de los conductores de microbús, no ha sufrido extorsión por parte de “ El Terri ”, pero sí ha sido testigo de cómo el hombre pasa a recoger el dinero con sus compañeros. Sólo ha sido víctima de asaltos sin aparente relación con el delincuente.
“Anteriormente nos pedían corbata y hubo una ocasión cuando me asaltaron que me amarraron con esa corbata, para que no me pudiera mover. Esa vez que subieron eran dos. Uno traía una pistola. Saben que diario genera dinero el microbús y se llevaron todo”, recuerda Javier.
Los dueños de las unidades a veces se solidarizan con los conductores cuando llegan a ser víctimas de delitos y de accidentes viales, pero no todos los apoyan y en casos de extorsión, muchos de los mismos choferes guardan silencio ante el propietario del vehículo.
“Cuando me asaltaron el dueño del microbús me apoyó, aparte hubo varias denuncias de los pasajeros. Pero hay otros que no, que son unos hijos… mi cuenta es sagrada, dicen, yo tengo que pagar gasolina, arreglarlo”, añade Javier.
“Hay dueños que son muy buena gente, que son muy conscientes, que saben que estamos trabajando y arriesgandonos pero hay otros que que si tienes un incidente tú tienes que poner todo”, comenta Antonio, otro chofer.
“Me han asaltado, nos han impactado. Aquí estamos a la orden del día, ya sea por un golpe o un robo, hay riesgo. Y aquí hay todo tipo de gente; la que es educada y la que es grosera y prepotente”, menciona.
Desde hace 16 años, las autoridades de la CDMX han buscado mejorar la seguridad e imagen de los paraderos del transporte público y en la pasada administración de Miguel Ángel Mancera se tenía previsto sustituir los microbuses por unidades que pudieran operar con una planeación formal y que fueran menos contaminantes y más seguras para los usuarios.
El transporte concesionado es el medio que más personas utilizan, con 67% de los viajes diarios, según el INEGI . En la ciudad se iniciaron programas de regulación del servicio, como capacitación a choferes y reemplazo de vehículos. Actualmente operan regularmente nueve empresas concesionarias de autobuses en 97 rutas y hay más de 28 mil individuales, de acuerdo con el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP, por sus siglas en inglés).
“Se dijo que habría un cambio de unidades por modernización en el sexenio pasado”, confirma Mario, chofer de microbús desde hace 17 años.
“Los microbuses tendrían que salir de circulación o ser cambiados por una unidad más reciente, pero se tiene que hacer un estudio donde se vea el recorrido, qué tipo de pasaje carga. No sé cómo van a estar ahora las cosas, si la van a poner como empresa privada o se van a mantener así las rutas y nosotros como operadores, donde te arreglas con el dueño personalmente”, asevera.
“Lo que pedimos es que haya seguridad. A veces cuando pasa algo no nos metemos, pero nos preocupamos por los compañeros. No queremos que pase esto, si no mencionamos nada es por miedo. A mí me gusta todo de mi trabajo, si no, no estuviera aquí. Me deja algo de dinero, que no es mucho. Mil 300 pesos diarios de cuenta a entregar y todavía se tiene que gastar en combustible y lo que queda es mi ganancia. No es justo que los compañeros tengan que pagar para que los dejen trabajar o para que no los golpeen”, agrega Mario.