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El atuendo de Carlos llegó desde Ciudad Juárez: un vestido dorado tejido por su hermana para que él pudiera acudir a la Marcha del Orgullo LGBTTTIQA+.
Muchos de los asistentes le pedían fotos, le hablaban y Carlos les respondía con una sonrisa. “Para mí representa que somos libres, que peleamos por lo que nosotros queremos: libertad”, expresó.
Carlos fue sólo uno de los miles de asistentes a la 46 edición de la Marcha del Orgullo, que este año dio un espacio a la exigencia de justicia a través del Bloque Disidente, que recorrió Paseo de la Reforma cargando un ataúd blanco como forma de protesta y para visibilizar los transfeminicidios y la violencia criminal en contra de las personas trans.
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¡Justicia! Fue el grito que siguió a la lista de nombres de quienes han sido víctimas de la violencia de género. Entre los mencionados también estuvo el magistrade Ociel Baena, asesinado en noviembre de 2023.
A la par, frente al Congreso de la Ciudad de México, en Donceles y Allende, otro grupo exigió que se legislen los transfeminicidios y como parte de la protesta realizaron algunas pintas y colgaron una especie de tendedero con sus demandas.
La Marcha del Orgullo también fue de fiesta y convocó no sólo a quienes forman parte de la comunidad, sino a familias enteras, que mostraron el amor por sus familiares, quienes se declaran abiertamente gays, lesbianas, trans.
La lluvia de los últimos días dio una tregua y el calor que se dejó sentir desde las primeras horas del sábado se mantuvo entre las miles de personas que acudieron al primer cuadro de la capital en busca de fiesta y del alcohol, que pese al llamado de las autoridades, se vendió sin medida en Reforma y calles aledañas.
Los carros alegóricos que circularon sobre Paseo de la Reforma, llevaban música, baile e incluso permitían subir a algunas personas.
Los asistentes que se dieron oportunidad de arribar al primer cuadro de la Ciudad portaron banderas, pancartas, sombreros, collares que los hacía diferenciarse, porque eso es lo que buscaban, diferenciarse del resto de la sociedad.
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Una sociedad que cree tener un mismo género, una sociedad que da pasos cortos para el entendimiento entre los grupos, una sociedad que entre las cúpulas, entre los equipos, termina por disminuirse frente a la algarabía que el sábado derrocharon.
Durante la movilización, las personas caminaban de un lado a otro sobre Paseo de la Reforma. Parecía un poema de Eros Alesi: “Tenía 14 años cuando la carne de mi ser se volvió hueso caliente. Tenía 14 años cuando la carne de mi gusano se volvió rojo vivo”.
Caminaron, bebieron. Las banderas del orgullo vueltas al cielo, tal vez, un lugar en donde todos sean plenos. Con información de Kevin Ruiz y Alelhí Salgado