La muerte anotó primero en el juego de pelota prehispánico mexica Huachtli, sobreponiéndose a la vida en el Zócalo capitalino. Las miradas de las personas, todas amontonadas olvidando una vez más la sana distancia, fue de expectación total. La lluvia caía de repente y eso no les importó.

La gente, en un principio, no sabía de qué se trataba el evento, únicamente escuchó la música y comenzó a concentrarse en la plancha de la Plaza de la Constitución, frente a Palacio Nacional y a un costado de la réplica del Templo Mayor que celebra los 500 años de la resistencia indígena. Ahí se realizó el juego que organizó la Secretaría de Cultura.

“Ahhh” era la expresión, como si fuera futbol, de quienes veían cómo la pelota rebotaba a centímetros de la anotación.

“Este juego de pelota nos regresa el ánimo”: capitalinos
“Este juego de pelota nos regresa el ánimo”: capitalinos

La tarde era apacible para dar un paseo, el clima nublado y el aire fresco era acompañado con una buena chamarra, un café o una torta de tamal.

“No sabíamos qué pasaba, pero ya aquí vimos que es el juego de pelota, por eso nos quedamos”, dijo Benjamín acompañado de su pequeña hija, a quien cargó en hombros para que alcanzara a ver la puesta en escena que casi llena la explanada.

Dos equipos representando a la vida y a la muerte, y así, fueron saliendo los equipos, liderados por el dios Quetzalcóatl.

Los celulares se levantaron para captar a cada uno de los dioses que se disputarían el duelo en plena plancha del Zócalo.

“El juego de pelota no es más que la representación del ir y venir de los cosmos”, explicaba una persona a todos los ciudadanos ahí aglomerados.

Mictlantecuhtli, dios de la muerte, surgió frente a los ojos de los mismos capitalinos que han vivido un año y medio de pandemia, levantó los brazos y fue vitoreado por las personas, tal vez porque el mexicano vive día a día con la muerte, o porque es de los más conocidos entre la cultura.

“Nada más cuidado con sus cosas, póngalas enfrente”, decían muchos antes de mezclarse entre los espectadores. “¡Siii!”, gritaban cuando se encaminaba la pelota de cuero sobre el aro de piedra.

“La verdad es que todos vamos para allá [muerte] y es muy significativo para nosotros. Con tanta enfermedad, este tipo de eventos, nos regresa el ánimo”, comentó Isaac.

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