La locomotora La Emperatriz llegó a la , donde miles de personas pudieron a apreciarla y tomarse fotografías, como parte de su último viaje.

Con una tripulación de nueve operadores salió de Canadá, cruzó Estados Unidos, para finalmente llegar al cruce de la avenida Ferrocarril de Cuernavaca y Río San Joaquín, en la colonia Granada, en Miguel Hidalgo, donde fue exhibida por al menos tres horas y media, para que las personas pudieran observar la maquinaria.

“Es una locomotora conocida como Hudson, creada en 1930, y fue rehabilitada durante cuatro años, y desde ahí surgió la idea que recorriera los tres países. Es tripulada por el único en su tipo, porque ya no existen tantas personas que puedan operar máquinas a vapor”, explicó , presidente de Canadian Pacific Kansas City de México.

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Maricarmen López llegó desde Guadalajara, Jalisco, usando un vestido estilo colonial negro y sombrero. Ella es la tercera generación de una familia que trabajó en vías férreas: su padre, maquinista, y ella, boletera.

Conocer a La Emperatriz era de sus mayores sueños y lo cumplió al ser de las primeras personas en ingresar al recorrido junto a su pareja, que vestía como maquinista.

“En vez de tener arterias tengo vías que conectan a mi corazón”, expresó Maricarmen entre lágrimas al ver a la locomotora.

Cerca de las 11 de la mañana, miles de familias, vestidas algunas como maquinistas, se dieron cita en la exposición.

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Se abarrotaron avenidas y algunos otros curiosos desde azoteas y puentes vehiculares observaban el tren, y con el sonido del vapor se escuchaban gritos de emoción.

Las filas de personas abarcaban cuadras a la redonda, a pesar del intenso sol, los asistentes estaban ansiosos. Buscaban entre huecos para apreciar la gran máquina de metal, quienes por unos breves instantes lograron tomarse fotos y con ello guardar una placa de la visita de La Emperatriz en la Ciudad de México.

Enrique Méndez, ferrocarrilero de profesión, llegó en silla de ruedas y en compañía de su hijo para ver a la locomotora de vapor. Un hombre que laboró desde muy pequeño en las vías férreas de México y vio a su paso máquinas de carbón y diesel, y con esta vivencia dio por concluidos años de trabajo.

“Espero que vuelvas pronto. Adiós, nos vemos, Emperatriz”, gritó un pequeño aficionado sobre los brazos de su madre, quien despedía a la locomotora.

Cerca de las 15:30 horas, el último silbido del ferrocarril de vapor dio aviso a todos los espectadores que concluía su visita por las vías mexicanas y regresaba a los andenes para terminar su viaje en Canadá, donde retornará para ser expuesto en un museo.

Así fue el paso de una máquina que quedará para los recuerdos de los capitalinos y la gente aficionada a los ferrocarriles.

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