Metrópoli

Entre calor y empujones, fieles siguen a Jesús

Familias organizan picnics para ver escenificación de Crucifixión; el pasaje de los azotes al hijo de Dios, el que más conmueve

Durante el recorrido correspondiente al Viernes Santo por las calles de Iztapalapa, la gente trataba de encontrar el mejor ángulo para tomar una imagen de Jesús. CARLOS MEJÍA. EL UNIVERSAL
20/04/2019 |02:54Eduardo Hernández |
Redacción El Universal
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Por un año más, se llevó a cabo la representación de la Pasión de Cristo en la alcaldía Iztapalapa y los asistentes hicieron todo lo posible para tener una fotografía o sólo poder ver de cerca a Jesús y a los actores rumbo al Cerro de la Estrella.

Algunos permanecieron en las azoteas para ver pasar el Viacrucis, mientras que otros se metían entre los actores, incluso con el peligro de ser golpeados por los caballos que participaron en este evento y son utilizados por quienes personifican a los romanos.

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La celebración del Viernes Santo reunió a miles de personas en las inmediaciones del centro de Iztapalapa, algunos como parte del pago de una manda, cargaban cruces, caminaban sin zapatos y portaban coronas de espinas; otros solamente llevaban sus sombrillas para resguardarse de los rayos del sol, mientras observaban algunos pasajes bíblicos.

La gente estuvo atenta a las actuaciones, aunque este año se le dio preferencia a los amigos y familiares de los actores, pues ampliaron el espacio restringido, dejando a un lado a los asistentes, quienes sólo podían ver las pantallas. “Tanta gente que hay dentro de las vallas no nos dejan ver, mejor nos hubiéramos quedado en la casa para verlo en la tele; se ve que todos son amigos de los organizadores, antes sólo la prensa podía entrar, ahora vemos que a muchos se les da preferencia”, comentó Irma, mujer de la tercera edad.

Familias enteras atestiguaron la 176 representación de la Semana Santa de esta alcaldía, sin importar las horas bajo el sol.

Incluso hubo quienes hicieron picnics en la Macroplaza Cuitláhuac donde llevaron pollo rostizado, tinga, tostadas y bebidas frescas, entre otros alimentos.

Como cada año, la escena que conmovió más a los asistentes fue la de los azotes al hijo de Dios y mientras los actores “se mofan” de los latigazos, las lágrimas escurren en los rostros de los espectadores, algunos se ocultaban los labios con las manos para evitar gritar y otros cerraban los ojos hasta el término de la escena.

Posteriormente, continuó el recorrido por las calles de Iztapalapa hasta llegar al Cerro de la Estrella, donde se lleva a cabo la representación de la crucifixión; sin embargo, la gente trataba de buscar el mejor ángulo para poder tener una imagen del actor que representa a Jesús, aunque dejara a un lado su seguridad.

Ante las angostas calles y el gran número de asistentes, el espacio se disminuyó para los personajes de esta representación, lo que generó algunos conflictos entre organizadores y asistentes, pues con tal de estar más cerca de los personajes, algunas personas obstruyeron el paso y se enfrentaron al posible golpe de alguno de los caballos, quienes se comenzaron a poner nerviosos ante la presencia de tantas personas.

Esta situación se registró en la calle Ayuntamiento, donde sí hubo algunos golpes y jaloneos, pues la gente no dejaba pasar a Jesús y obstruía el paso de los caballos, a pesar de las instrucciones.

Con tal de ver el recorrido de la Pasión de Cristo, otros asistentes se subieron a techos y balcones de las casas cercanas, aunque fue larga la espera y sólo pudieron ver un momento. En la casa ubicada frente a la primera caída de Jesús, decenas de personas estuvieron esperando, incluso prepararon alimentos para poder observar el espectáculo.

Durante el recorrido, los nazarenos avanzaron al paso de Jesús, interpretado por José Antonio Reyes; a pesar de las lesiones, llegaron al Cerro de la Estrella, algunos hacían bromas de que era necesaria una cerveza para seguir aguantando, pero que estaba prohibido por la Ley Seca. “Duele, pero con una chelita podríamos subir sin problema”, dijo uno de los nazarenos que cargaba una cruz de 35 kilogramos.

Cerca de las 16:00 horas, llegó la crucifixión. Se escuchó: “Si eres hijo de Dios, sálvate”, pero Jesús murió.

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