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Oaxaca de Juárez, Oax.—El Chiquis trabaja con ellos prácticamente desde que llegaron a la capital, hará unos seis años. El programa de préstamos es conocido como “gota a gota” y las víctimas son principalmente mujeres y personas de edad avanzada.
“Son unos 80 que hay en todo el estado; no operan directamente, contratan a gente como yo para prestar dinero y cobrar; ellos se cuidan de no ser vistos para que no los agarre migración”.
Eso cuenta a EL UNIVERSAL el hombre desde un bar de la capital. Explica la mecánica: “Prestan de 5 mil a 10 mil pesos, nos mandan a recorrer comercios pequeños como tienditas, ferreterías, fruterías; hacemos como que compramos algo, generamos confianza, luego les preguntamos al dueño o dueña que si va mal su negocio.
“La respuesta siempre es que sí; les ofrecemos que les buscamos préstamos sin ninguna garantía; sólo les pedimos ver su credencial de elector para verificar los datos. Prestamos la cantidad que piden, pasamos a cobrar diario, dos en moto, o cada semana, según nos digan”.
La regla es el cobro de un peso por cada 10 que se prestan, si el cliente es de bajos recursos; donde se puede, se le cobra de 15% a 20%; generalmente la mayoría no denuncia extorsión o agiotismo, porque están de acuerdo en el pago e incluso les sirve para salir del apuro en que se encuentran.
En la capital operan en la Central de Abasto y en colonias aledañas, y poco en el centro de la ciudad.
De acuerdo con fuentes de la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI), esa es una forma de blanquear dinero por parte de los colombianos, pues de esa manera dispersan el efectivo y recuperan, para invertir en otras acciones.
Aunque los tienen ubicados, en viviendas que rentan en colonias o fraccionamientos alejados de los centros urbanos, hasta ahora no hay órdenes de aprehensión en contra de ellos, porque la gente prácticamente no denuncia.
Operan también en municipios de los Valles Centrales como Zaachila, Zimatlán, Ocotlán, entre otras cabeceras comerciales, y cuando un cliente se vuelve moroso, comienzan a actuar con extrema violencia.
Algunos colombianos han sido detenidos, pero luego son liberados, como sucedió a finales de agosto de 2017, cuando fueron arrestados 11 de ellos en varios puntos de la capital oaxaqueña.
Los mismo pasó en Zaachila, donde la gente los denunció, pero al final quedaron en libertad porque en todos los casos no hubo denuncias formales.