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En el municipio de Malinalco, en el Estado de México, cada año se lleva a cabo la ofrenda para los “muertos nuevos”.
En esta tradición, los deudos colocan altares monumentales en los que recuerdan pasajes de la vida de sus familiares que murieron durante el año.
Ahí están las figuras que representan los empleos, los gustos de los difuntos. Por ejemplo, recuerdan a Luis Tetatzin, quien se desempeñó como elemento de la Guardia Nacional.
También están puestos los elementos tradicionales como frutas, bebidas y alimentos que disfrutaban en vida.
Los preparativos inician dos meses antes del Día de Muertos. Los familiares se reúnen por las tardes o los fines de semana para elaborar figuras de cartón, los retablos de semillas y otras piezas que estarán en las ofrendas.
Cada año, los altares son visitados por un promedio de 2 mil personas, desde el 28 de octubre hasta el 2 de noviembre.
Los visitantes, amigos y familiares que acuden a estos altares ofrecen ceras que representan una luz para el muerto nuevo y a cambio reciben como agradecimiento dulces, pan, tamales y algunos guisados, así como mezcal y aguas de diferentes sabores.