Lerma, Méx.— En la comunidad de Lupita Casas Viejas, municipio de Lerma, se ubica internada en el bosque la primaria y secundaria del Consejo Nacional del Fomento Educativo (Conafe), con dos aulas para 40 alumnos, a la que prefieren ir los niños, pues la otra institución se halla a tres kilómetros de distancia, en Las Rajas.
Este poblado tuvo notoriedad por el feminicidio de Fátima Varinia Quintana, víctima en 2015. Por ello, los niños de esta comunidad prefieren asistir a la escuela en condiciones precarias, en lugar de caminar por el bosque donde, dicen, corren mucho peligro.
El plantel tiene 17 años de antigüedad, sus condiciones son sumamente pobres, admiten docentes y padres de familia, no han podido renovar el mobiliario desde su inauguración, no tienen agua, pues en la región carecen del recurso.
En las aulas las carencias son evidentes. Karla Concepción, maestra de primaria, señaló que eso no detiene a sus alumnos de la escuela multigrado, que asisten felices, son participativos y demuestran su interés por las materias.
Dadas las condiciones, a los docentes les interesa enfocarse en la parte emocional, reconocen que hay muchos niños deprimidos, algunos que deciden quitarse la vida para no significar una “carga” para sus padres, pues saben de la pobreza. A ello se suma un contexto de machismo y agresividad dentro de los hogares. Por tanto, la docente afirmó: “Nos enfocamos en lo emocional porque sabemos que si un niño no es estable, no podrá aprender”.
Lupita Casas Viejas está a una hora de distancia de Toluca, sobre la carretera que conecta con Naucalpan; sin embargo, el desarrollo se encuentra rezagado, es mínimo, opinan los padres de familia en la comunidad. Hace un año comenzó la edificación de tres aulas más en la escuela, pero apenas es un proyecto, por lo que apelan a la contribución de los habitantes, de autoridades federales y estatales.
En esta comunidad, las docentes se han enfocado en cambiar la mentalidad de los niños, muchos de ellos recuerdan como si hubiese sido hace unos meses el asesinato de Fátima, y es que entre ellos hay algunos familiares. “A veces los niños creen que son una carga para sus madres o para su familia”, dijo.
“Gran parte de lo que hace falta en esta comunidad, entre los niños, es un poco de empatía, porque a veces llegan a la escuela sin comer, sin haber bebido agua, ellos son víctimas de agresiones”, contó la maestra.
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