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Jorge Flores Conchas, El Tortas, líder del grupo delictivo autodenominado La Anti-Unión Tepito, fue sentenciado junto con su esposa a ocho años de prisión por un juez federal, por los delitos contra la salud y posesión de armas de fuego; sin embargo, a pesar de que el Gobierno de la Ciudad de México lo señaló como uno de los principales generadores de violencia, no le pudieron imputar un solo homicidio doloso ni delincuencia organizada.
El pasado 18 de junio de 2018 El Tortas salió del anonimato, luego de que el grupo antagonista La Unión Tepito exhibiera su nombre y su fotografía en una manta que colgó en el Puente Nonoalco, frente a una estación de policía, junto con dos cuerpos desmembrados, lo que dejó al descubierto la guerra que libraban las organizaciones de Roberto Mollado Esparza, El Betito, y la que encabezaba Flores.
Luego de ese incidente empezó una cacería policial para la captura de las figuras criminales antes mencionadas, quienes con el tiempo fueron detenidas por elementos de la ahora Fiscalía General de Justicia (FGJ) local; sin embargo, el trabajo del Ministerio Público fue deficiente en ambos casos.
A El Betito no lo han podido enviar a un penal federal y de máxima seguridad —por su perfil criminal— y sigue en el Reclusorio Norte, desde donde se presume que lidera a los de La Unión Tepito.
A El Tortas, aunque sigue su proceso judicial en el penal de El Altiplano, no le han podido imputar delitos de gravedad, luego de que en un principio se dio a conocer que el convicto fue responsable de ordenar más de una docena de homicidios, de los cuales él presuntamente participó en tres, así como al menos dos secuestros de ambulantes de la zona centro. Hasta el momento ninguno de esos señalamientos pudieron comprobar ante el juez federal.
La batalla legal continúa, pues la defensa de El Tortas busca impugnar el proceso penal, al determinar que hubo ciertas “irregularidades” al momento de su detención.
Tampoco han podido mermar los negocios lícitos que creó La Anti-Unión ni sus cuentas; las ganancias siguen intactas y aparentemente creciendo, por lo que su defensa considera que en un máximo de cuatro años podría quedar libre.
Mientras las batallas legales continúan su curso, según información de las propias autoridades de inteligencia locales y federales, tanto El Betito como El Tortas siguen liderando sus respectivas células desde las cárceles en las que están recluidos, disputa que se ve reflejada en los homicidios dolosos en las calles de la Ciudad, así como en la atomización de los grupúsculos que pelean calle por calle la venta de drogas al menudeo y la extorsión.