Lerma, Méx.— Mosquitos y un olor fétido permanente es lo que deben enfrentar los habitantes en la rivera del río Lerma.
Si bien no es una zona en la que deberían existir asentamientos, por el riesgo, algunos de los vecinos admitieron que no tienen a dónde ir.
“El olor es todo el tiempo, siempre huele mal, sobre todo en las noches y en la temporada de calor. Como ya taparon las zanjas, se tapa el río, se sale el agua y es todavía peor, porque el agua contaminada se desparrama por todos lados y la verdad, siempre huele así”, lamentó una de las vecinas, quien pidió reservar su nombre.
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Los habitantes de la zona están conscientes de las condiciones adversas, sólo que en sus viviendas no hay forma de librarse del olor, ese que inunda los vehículos desde que bajan de la carretera México-Toluca llegando a Lerma y que se enfatiza enseguida que se acerca el automóvil junto al cuerpo de agua visiblemente contaminando.
A la par de la incomodidad por el olor, vienen enfermedades permanentes, como el dolor de cabeza, la rinitis y alergias, que resultan costosas en el tratamiento y que no logran sanar, pues las condiciones son permanentes, indicaron los pobladores.
“En cierta forma sí nos tienen en el abandono, porque una vez vinieron personas del gobierno, nos dijeron que metiéramos nuestros papeles para que tuviéramos apoyo, pero ya no se hizo nada, entonces pienso que no nos hacen bien caso”, comentó la vecina.
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Los constantes escurrimientos del río, aunque no sean cada año o por temporada de lluvias, también generan otras afectaciones, pues los terrenos de cultivo se inundan y al ser agua sucia, contaminada y en mal estado, provoca que lo poco que hayan sembrado se pierda o se eche a perder.
“Nosotros ya no podemos consumir nada, debemos tirarlo, perdemos todo, porque está contaminado, no sé puede consumir y tampoco vender, y nadie nos ayuda con eso”, comentó.
“Hace 27 años era peor, pero igual ahora hasta con las ventanas cerradas se cuela el mal olor y las secuelas en el cuerpo eran insoportables”, dijo el señor Rubén, quien lleva más de tres décadas viviendo en este lugar.
Platicó que la limpieza del río Lerma ha facilitado mejorar el ambiente, pues con el drenado han logrado retirar desde cuerpos de personas sin vida hasta refrigeradores, perros, salas y llantas.
“Tenemos que aguantar, no nos queda de otra”, agregó. Para aminorar el olor lo que hacen es cerrar ventanas, puertas, ponerle hasta cobijas o trapos a las rendijas para evitar la molestia.
El señor Alejandro afirmó que no duerme ahí, pero pasa casi todo el día porque está su negocio y lamentó que las autoridades no tomen en cuenta la aportación de investigadores o de ciudadanos que tienen ideas para limpiar el lugar.
“Siento que eso sería muy importante para que se lleve a cabo la limpieza del río”, opinó.
Manifestó que hay quienes han presentado enfermedades respiratorias, sobre todo niños que no se acostumbran a vivir en este sitio, pues si bien hay gente que realiza jornadas de limpieza, hace falta más.