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Desde hace 32 años Noemí Bustamante Díaz fundó la fábrica de muñecos de peluche Andy Toys.
Ella fue la iniciadora de esta actividad en el municipio de Xonacatlán, ubicado en la región de Lerma, en el Estado de México. Los productores esperan ansiosos el 14 de febrero, la época de ventas más fuerte pues usualmente llegan compradores —casi todos intermediarios— que surten grandes cantidades de muñecos que van desde los 20 centímetros hasta 1.50 metros de altura; incluso en este sitio pueden transformar en peluche a cualquier persona.
Antes de emprender este negocio Noemí era maestra, pero nunca acudió a una escuela para aprender sobre este oficio y ahora está encausada al trabajo social, por eso apoya a madres solteras, adultos mayores y personas privadas de su libertad, quienes maquilan parte de la producción.
Unas 400 familias se dedican a la elaboración de muñecos de peluche, hay talleres familiares en los que participan hijos y padres hasta naves industriales que distribuyen a toda la República e incluso quienes exportan a otras naciones.
La llaman “la tierra del peluche”. Desde la Ciudad de México se localiza a unos kilómetros antes de llegar a Toluca y enseguida de Lerma.
No es una localidad turística ni cuenta con más atractivo que el de la venta de muñecos. Noemí comenzó haciéndolos para regalar a su familia; usaba moldes que ella misma diseñó y confeccionó con una máquina de coser sencilla.
Tiempo después le pidieron vender algunos de los peluches y fue cuando decidió incluso llevar dos o tres a una tienda cercana a su casa.
Entonces contrató a una joven que a quien le enseñó a coser, le regaló una máquina y le llevaba el material a su casa. “Eso me dio pauta para comenzar a planear en hacer un negocio más grande. Ya tenía uno de mis tres hijos, y así, sola, busqué la forma, sin mayor ayuda que mi interés por salir adelante, comencé a crecer”, recordó.
Unos años más tarde construyó una nave y contrató a costureras que le ayudaron a formar el cuerpo de cada muñeco y a pegar los moldes, un grupo de trabajadores los rellena y otro más bordaba las aplicaciones. Pero eso no fue suficiente para ella y su oficio lo compartió con sus vecinos, amigos, familiares.
“Fue creciendo la industria, varios de los habitantes aquí comenzamos a vivir de esto, pero mis hijos, por ejemplo, aprendieron a amar este negocio y uno estudió administración, otro se encarga de la línea de producción y uno más quería ser ingeniero aviador, pero terminó aquí, encargado de la comercialización”, dice.
Esta familia llena de ideas decidió hacer más por su comunidad y en la medida que creció el negocio a la par creció el número de madres solteras a las que emplearon, les llevan el material, la máquina de coser y les enseñan a trabajar en su casa; cada semana recogen el producto terminado.
También así sumaron a personas privadas de su libertad.
“Queremos que Xonacatlán sea reconocido por esta actividad no sólo en el Valle de Toluca, sino en el país, así como destacan Metepec por sus artesanías de barro, que lo hagan con nuestra producción porque viene gente de todo el país”, explicó.
Platicó que surten a toda la República, también envían a Guatemala y están por exportar a China los muñecos de la caricatura Paw Patrol, para lo cual debieron construir una tercera nave que cumpla con las especificaciones de los empresarios, como la entrada y salida de tráileres.
“Pienso que sí todo esto lo hemos hecho solos, pues imaginen lo que llegaríamos a hacer con un microcrédito o un poco de publicidad”.
Actualmente importan telas chinas que tienen la calidad que necesitan, pero buscan traer a Xona una máquina que produce la tela. Eso los liberaría del impuesto arancelario por la compra, pero también podrían elevar la calidad de los muñecos al 100%.
“Es una industria muy humana y llena de imaginación. Cada muñeco sale de mi cabeza se convierte en el mejor amigo de un niño o la demostración de amor de una pareja”, dijo.