Toluca, Méx.— “Por culpa de la pandemia, desde octubre estamos en . El Covid-19 nos expulsó de nuestra casa en la Ciudad de México y nos dejó sin trabajo o forma de vida. Ahora vivimos en una camioneta, hacinados y de la caridad de la gente”, dijo Isabel Díaz Ojeda, la matriarca de una familia feriera.

Junto con su hija Jessica Díaz y otros seis familiares, entre hijos y nietos, llevan meses viviendo dentro de una camioneta estacionada en un predio entre dos calles primarias de Toluca.

Originarios de la Ciudad de México, Isabel, cuatro de sus hijos, un yerno y sus nietos se dedicaban a la venta de alimentos en las ferias.

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“Vendía hot cakes y mi hija elotes, pero con esto del Covid se acabaron las opciones de trabajo. Lo poco que teníamos ahorrado nos lo acabamos al principio de la cuarentena y después no tuvimos para la renta, porque salimos a trabajar a la calles, pero las autoridades nos quitaron también de ahí”, comentó.

Debido a que en años pasados trabajaron en algunas festividades en Toluca, a su hija se le ocurrió que podían buscar trabajo en el Estado de México, pero las condiciones eran las mismas, por lo que optaron por buscar calles transitadas para intercambiar alcancías por alimento, ropa, “lo que sea la voluntad de las personas”, explicó la joven de apenas 30 años.

“Con la pandemia no nos dejaron trabajar en ningún lado, lo intentamos en la Ciudad de México, en los semáforos, pero nos quitaron y nos venimos para acá. Al menos nadie nos ha retirado de las calles y podemos pasar el día con comida, cobijo y de alguna forma un techo”, añadió.

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Viven la pandemia en una camioneta
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Hay muñecos rotos y los niños juegan como si se tratara del patio de una casa. Isabel platicó que a veces llegan dos o tres personas por semana, pero casi siempre reciben un donativo al día que les asegura la comida.

“Somos afortunados, porque pese a toda la tragedia, nosotros no nos hemos enfermado, y tenemos un lugar donde dormir y algo que comer”.

Dijo que para ellos se ha facilitado su estancia en Toluca porque la gente los ha cobijado, pues hay quienes llevan alimento, pero no reciben las alcancías que ofrecen a cambio, además permanecen estacionados y hubo quien les hizo una bajada de luz para que no estén en penumbras durante la noche.

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“Para los niños no ha sido sencillo, pero al menos es un sitio seguro y como somos dos familias, ocho personas, pues nos damos calor y no pasamos lo peor del invierno sufriendo”, dijo.

Positiva, Isabel confió en que pronto regresarán a la normalidad, seguir con su actividad, que le permitió alimentar a sus hijos y no estar a la expectativa de que alguien los auxilie.

“Ha sido difícil esperar todo el tiempo a que alguien nos ayude, porque sabemos trabajar y lo hemos hecho todo el tiempo”.