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San Antonio La Isla, Méx.— Con un torno de madera que se coloca en el piso y que manipula con los pies descalzos, Ángel López Carbajal, originario del municipio de San Antonio la Isla, elabora aretes, collares, nacimientos, piezas de ajedrez, pirinolas y trompos de cuerno de toro. Una actividad a la que se dedican tres familias en el Estado de México, pues el material y la técnica ya no son cómunes de hallar.
El taller en el que trabaja este hombre de aproximadamente 50 años es un pequeño cuarto de cemento y techo de lámina, que parece una bodega de la vivienda en la que habita con sus dos hijas, su esposa y un hijo menor (el único que siguió esta tradición).
“Estamos tratando de rescatar este trabajo que es a base de cuerno, porque ya se está perdiendo. Yo aprendí a los 10 años, fue cuando comencé a trabajar esto, mi papá me enseñó, aunque viene de una tradición más antigua que mi abuelo”, precisa.
Acompañado de su esposa, quien le acerca las herramientas mientras Ángel narra su historia, muestra que se trata de cuernos de toro y hueso de la pata del mismo animal, pero el tallado de este último es mínimo, sólo se usa en algunas partes de las piezas.
Para este artesano, lo más importante, además de mantener esta actividad vigente, es rescatar el uso de los herramientas de trabajo tradicionales conocidas como torno de abajo o de violín.
Para la elaboración de trompos o accesorios como pulseras y aretes es necesario el cuerpo del cuerno, mientras que para el ajedrez es requisito usar sólo la punta, por ser la parte maciza que pueden tornear para dar forma, lo que hace más costosa la materia prima.
“Sí puede valer [el trabajo] por la escasez de material, pero es difícil que la gente lo valore cuando lo encuentra en la calle. Por ejemplo, lo que más hay son trompos o baleros pequeñitos, de apenas cuatro o cinco centímetros, pero el resto sólo se elaboran bajo pedido, porque su costo es de 2 mil pesos, que la mayoría regatea”, narra.