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Toluca, Méx.— José Gabriel Martínez Rodríguez dice que tiene miedo de volver a la estación de bomberos de Tultepec luego de que se recupere de las lesiones que le dejó una de las dos explosiones ocurridas al interior de un taller de pirotecnia en La Saucera; sin embargo, lo hará porque salvar vidas es lo que más le gusta hacer.
Tal es su pasión que pese haber sido lanzado contra una pipa por la fuerza de la explosión, regresó –con tres costillas rotas, un pulmón perforado y el bazo destrozado— a sacar del lugar a sus compañeros y algunos policías que hoy viven gracias a su interés por ayudar a los heridos.
Postrado en una cama de hospital en el Centro Médico del Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios (ISSEMyM) ubicado en Tollocan, ya en piso a unas horas de ser dado de alta, se le ve un semblante de agotamiento, pero ya está sano, como nunca pensaron sus padres verlo después de la gravedad de sus heridas.
En el cuarto hay cinco pacientes más, los divide una cortina, junto a su cama está un sillón, ahí se encuentra su mamá, Erika Rodríguez, quien recuerda la historia de José.
José es un hombre tan apegado a su familia y consciente del riesgo que implica su trabajo que aún tuvo fuerzas para avisar a sus padres y su hermana, les dijo que estaba bien. En ese momento estar bien significaba seguir con vida.
Martínez Rodríguez no duda en decir que volverá al servicio en cuanto lo den de alta, aunque fue a quien se diagnosticó más grave de cuatro bomberos que laboraban en los talleres aquella mañana del 5 de julio. Es un héroe, opinan sus papás.
Es uno de los seis pacientes, entre bomberos y policías atendidos en el Centro Médico del ISSEMyM, tras las explosiones donde perdieron la vida 24 personas y 54 más resultaron lesionadas.
Aunque se encuentra postrado en una cama, es un joven serio, de pocas palabras, pero con una mirada segura, certera, con la que enfatiza cada palabra que dice.
En el pasillo se encuentra su padre, quien labora como taxista, pero que se desempeñó como policía municipal de Tultepec durante 17 años, una de las razones por las que José y su hermano menor —policía también— se integraron al servicio público.
Este hombre con gesto adusto y de voz firme, pide reservar su nombre mientras comienza a narrar una historia de la que todavía no da crédito ningún integrante de su familia. La mañana del jueves 5 de julio, él se encontraba trabajando, circulaba por calles del municipio en el taxi que actualmente conduce cuando escuchó el fuerte estallido.
Casi de inmediato recibió una llamada telefónica; era su hija para decirle que José estaba herido. “De inmediato me dirigí a la casa, la verdad como estamos acostumbrados a las emergencias porque mi esposa es policía municipal, mis hijos están en este servicio, pues lo primero es tratar de guardar la calma para no ponernos en riesgo también, porque yo iba conduciendo un vehículo”.
Cuenta que su esposa e hija estaban desesperadas porque mientras pedían informes, supieron que uno de los elementos de Bomberos habría perdido la vida, pero no fue identificado, entonces los familiares de todos los involucrados en el servicio de auxilio estaban asustados. No sabían quién había fallecido.
“Les pedí que se calmaran porque no podían alterarme, estábamos por salir a Toluca, yo venía conduciendo y así no es posible”, recuerda.
José salió con vida de la explosión que se escuchó hasta Melchor Ocampo; sin embargo, tras rescatar a sus compañeros, llamó a su casa, le avisó a su hermana que estaba vivo y que lo llevaban a Ecatepec para su revisión médica.
“Nos dijeron que lo iban a trasladar en helicóptero a Toluca, por su estado de salud, pero nunca nos hablaron para acompañarlo, sólo supimos que se lo llevaron sin ningún documento, entonces comenzamos a movernos para que un familiar que vive en Temascaltepec lo localizara porque nosotros somos de bajos recursos, entonces si no estaba aquí, perdíamos también dinero”, narra.
Los padres de José tienen siete días en este hospital de Toluca, su mamá —también policía municipal— dejó el trabajo para dedicarse a cuidarlo, tras regresar a casa serán su sobrino, su hermana y hasta los vecinos quienes se hagan cargo de las curaciones y los cuidados.
Con los elementos de la corporación municipal se mantiene en contacto el papá de este joven bombero, quienes le refrendaron todo el apoyo posible para su hijo, además, las autoridades municipales y la estatal están al tanto de su evolución.
Lo que su familia pide es que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) intervenga y detenga la compra o el uso de material chino, el que dicen, es responsable de las explosiones en los talleres de los pirotécnicos que se han convertido en una situación diaria, en la que resultan personas lesionadas o sin vida.
El papá de José considera que más allá de que el municipio o estado deba asumir alguna responsabilidad, la realidad es que los únicos facultados para detener el uso del material de baja calidad es la Sedena, porque capacitación sí tienen, incluso para atender emergencias de esta naturaleza.
La mamá de José Gabriel se enteró de lo sucedido mientras estaba en un curso en Barrientos, por lo que pidió permiso para conocer el estado de su hijo, aunque saber que él había hablado por teléfono la tranquilizó.
“Sus lesiones fueron graves, porque todo lo que absorbió como bombero, fue lo que le dejó tantas heridas. Ahora lo que pienso es que me lo llevo parchadito, pero gracias a Dios, me lo llevo vivo”, dijo.