En el sector Hormiga de la SSP, Marco Antonio encontró el territorio enemigo. Ahí, a unos metros del módulo de la policía, el preparatoriano fue golpeado y subido a una patrulla con los agentes que lo desaparecieron.
Son las calles y andadores de la Unidad Habitacional El Rosario, el lugar donde estudiantes, jóvenes y residentes suelen ser extorsionados por los policías de Azcapotzalco.
En la avenida de las Culturas , sólo unos 200 metros separan al plantel de Bachilleres 1 del módulo del sector al que muchos temen.
Son los habitantes de la Unidad Habitacional quienes denuncian de que los policías no vigilan, pero sí extorsionan.
Las víctimas preferidas son los estudiantes. Tres escuelas rodean las inmediaciones del Metro Rosario.
A ellos, a quienes estudian en el CCH-Azcapotzalco, Bachilleres 1 o en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM , los policías no los cuidan.
Hallar a los jóvenes con cervezas o cigarros en las manos, o encontrarlos agrupados es pretexto para que los agentes amedrenten a los preparatorianos. Ellos, al no saber cómo actuar, entregan dinero, teléfonos celulares o cualquier pertenencia a cambio de que los policías no los remitan.
Pero ahí, los policías no son la única amenaza. En los andadores de la Unidad Habitacional El Rosario, la delincuencia y el narcotráfico también afecta a los estudiantes.
Al llegar al paradero del Metro Rosario , los universitarios deben abordar camiones que son asaltados por hombres armados que tras cometer los robos, huyen por los andadores de la unidad.
En el caso de los preparatorianos, deben caminar por esos callejones en donde se exponen a ser atacados.
Por eso, una pancarta instalada a la salida del Metro invita a los a universitarios a abordar un vehículo de la Universidad que los traslada hasta el plantel escolar, para así evitar los atracos.
Otras de las víctimas de la policía son los dueños de negocios. Ellos dicen que ante la falta de vigilancia en los andadores de la Unidad Habitacional El Rosario , deben pagar cuotas a las bandas de delincuentes para evitar que los asalten.
No hay ahí policía que recorra los laberintos de la delincuencia, ni cámaras de vigilancia que acobarde a los criminales.
Y dicen: “No sólo Marco Antonio luchó contra los policías que lo desaparecieron. Aquí, vecinos y vendedores estamos solos. Nos cuidamos unos a otros y luchamos contra el bando de los rateros y policías que los apadrinan”.
lrs