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Tultepec, Méx.— Las heridas sanaron, pero las cicatrices quedarán por siempre, igual que los horrores del estallido y de los proyectiles por todos lados. Tampoco se irán de la mente los gritos de dolor y auxilio.

“Ya sané heridas, ya estoy en recuperación. Todavía voy a tardar un buen ratito”, dice Orlando Cortés Paredes, de 51 años, quien labora desde hace unos meses como bombero de Tultepec.

El hombre, junto con sus compañeros Víctor Carrillo Villanueva, de 46 años y 15 de bombero, y José Gabriel Martínez Rodríguez, de 30 años, con un año en la corporación, sobrevivió a los estallidos del 5 de julio en talleres pirotécnicos de La Saucera, en el municipio de Tultepec.

Ese día murieron 24 personas y 49 más resultaron con lesiones, entre ellas había bomberos, paramédicos y policías de Tultepec, Melchor Ocampo y del gobierno estatal, que atendían la emergencia y fueron sorprendidos por las explosiones.

“Fue repentinamente. No hubo un minuto para poder pensar que venía la segunda explosión, no dio tiempo de hacer nada, fueron repentinas las detonaciones”, recuerda Israel Rodríguez Hernández, comandante de la policía de Melchor Ocampo.

El uniformado acudió, junto con bomberos de Melchor Ocampo, a atender la emergencia en La Saucera. Estaban sacando a las personas lesionadas cuando ocurrió el segundo estallido, que arrojó fuego, pedazos de tabiques y concreto contra los socorristas, policías y pirotécnicos.

Rodríguez Hernández permaneció durante 20 días hospitalizado, por quemaduras y fractura de tibia y peroné. Todavía debe utilizar muletas para desplazarse.

“Nosotros sabemos que tenemos que arriesgarnos y estar plenamente para resguardar la integridad física de los ciudadanos”, dice.

Añade: “No se sabe cuándo me darán de alta. Mis lesiones requieren de mucho tiempo para sanar, es de recuperación y rehabilitación”.

Efraín Hernández, el payasito Bomberín, del municipio de Melchor Ocampo, también resultó lesionado durante la emergencia. Un proyectil lo golpeó por la espalda y le fracturó la clavícula.

“Esto va a ir evolucionando. Con el tiempo ya voy a poder cargar algo pesado y todo, pero ahorita no, porque los ligamentos están estirados y poco a poco se van acomodando”, menciona.

“Todo ocurrió de sorpresa. Inmediatamente me di media vuelta, nada más alcancé a dar como siete pasos para alejarme de ahí. Posteriormente me gritó otro compañero de Tultepec que me agachara, porque iba a volver a explotar. Después yo, lo recuerdo muy poco, estaba sordo por el estallido, él se aventó y me agarró del cuello, me tiró hacia abajo. Se vino el otro estallido y fue donde volamos los dos, pero ya caímos inconscientes”, añade.

Hernández Díaz, quien en sus tiempo libre se transforma en el payaso Bomberín, asegura que “cuando reaccioné mis compañeros me pedían apoyo, que los ayudara, pero yo ya me encontraba lastimado de mi hombro y medio cuerpo lo sentía adormecido totalmente”.

Dice: “Después de eso ya no me pude levantar por mí mismo. Desesperado empecé a gritar, ‘auxilio, ayúdenme’, para que se acercara gente. Fue de la forma que nos empezaron a ayudar, a apoyar y sí nos sacaron del área donde estaba el riesgo”.

Bomberín reconoce que “fue un trago muy amargo en el aspecto de que, en mis 18 años que tengo como bombero, he estado en explosiones o en incendios con mayor magnitud, pero esto me dejó un trago muy amargo, pues fallecieron varios de mis compañeros, tanto de aquí, de Melchor Ocampo, como del municipio de Tultepec”.

Concluye: “Me quedé muy triste en ese aspecto. Sabemos de antemano que salimos pero no sabemos si regresamos. Es parte de nuestro riesgo, por medio de este trabajo. Gracias a Dios tenemos ese honor, gusto y placer de seguir adelante”.

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