“Me llaman loco por sembrar árboles”, afirma Evodio mientras camina por el bosque que plantó hace más de 20 años en San Pablo Malacatepec, que se ha convertido en refugio para las Monarcas, que esta temporada empezaron a llegar a territorio mexiquense desde el mes de octubre.
Este año se espera un repunte migratorio de Monarcas, con el arribo de más de 35 millones de mariposas por hectárea, lo que permitirá acercarse al objetivo que han planteado investigadores de Canadá, México y Estados Unidos de llegar a 2020 con una ocupación de seis hectáreas y una migración de 220 millones de insectos alados, afirmó Gloria Fermina Tavera Alonso, secretaria técnica del grupo de alto nivel de Mariposa Monarca, quien forma parte del comité científico trilateral para su conservación y manejo.
El esfuerzo de Evodio Hernández, quien ha dedicado más de 22 años de su vida a plantar árboles que hoy miden más de 10 metros de alto, actividad por la que lo han llamado loco, se suma al de miles de comuneros, ejidatarios, habitantes, observadores e investigadores que no sólo cuidan y preservan los bosques que sirven de refugio a la Monarca, sino que además es un trabajo de preservación coordinado con sus homólogos en Estados Unidos y Canadá.
La Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca abarca 56 mil 296 hectáreas, donde científicos, ejidatarios y comuneros, junto con autoridades, han centrado su trabajo en la Zona Núcleo —de 13 mil 500 hectáreas— y especialmente en La Joya, que mide sólo 20 hectáreas y es donde se establece la viajera alada, señaló la maestra en Ciencias Tavera Alonso, quien además es directora de la región Centro y Eje Neovolcánico de la Comisión Nacional de Areas Naturales Protegidas (Conanp).
Previsiones optimistas
Luego de la crisis por taladores de árboles, que afectaron estos bosques durante la primera década de este siglo, y la deforestación que se frenó en 2012 con “cero tala”, así como por las fuertes heladas como la de marzo de 2016, entre otros fenómenos ocurridos por el cambio climático, la reserva registra una paulatina recuperación de uno de los fenómenos migratorios más importantes, admitió la investigadora internacional.
En la temporada de noviembre de 2013 a marzo de 2014 la Monarca redujo su migración a sólo 0.67 hectáreas, que contrastó drásticamente con las 18 hectáreas de la temporada de 1996-1997, lo que representó una disminución de más de 95% en la ocupación forestal de esta mariposa en 20 años de monitoreo, informó la directora regional de Conanp.
Por ello esta temporada va a ser fundamental poder medir y entender el impacto de la nevada de marzo de 2016, en relación a la reproducción y al fenómeno migratorio.
“Somos optimistas”, reconoció la investigadora, quien consideró que aún es arriesgado dar números de un arribo que apenas se está midiendo y visitando los santuarios a los que llega la mariposa.
Lo que se ve ahora en los santuarios son perchas o racimos de mariposas, muchísimo más gruesos, con mayor densidad a la de años anteriores; sin embargo, hasta enero se podrá tener el dato de ocupación forestal, utilizando una nueva tecnología de tercera dimensión llamada Lidar, un sistema de medición mediante rayos láser para hacer un conteo de cada capa de insectos alados, afirmó Tavera.
Maravilla abierta al público
La Monarca decide cada año sitios distintos donde hibernar, por lo que el número de santuarios es variable, hay temporadas en que se establece en siete, nueve u 11 sitios. “Hemos llegado a tener hasta 17 santuarios”, apuntó.
En este momento hay abiertos al público para la visita turística seis santuarios ubicados en Piedra Herrada y Valle de Bravo, en el Estado de México; La Mesa, en San José del Rincón; El Capulín, en Donato Guerra, y en Michoacán, en el municipio de Ocampo; en El Rosario y Chincua, en el municipio de Angangueo, que son los más visitados por los turistas, afirmó la secretaria técnica del grupo de alto nivel de la Mariposa Monarca.
El descubrimiento
En 1975, en el Cerro Pelón, en el municipio mexiquense de Donato Guerra, una pareja integrada por el norteamericano Kenneth Brugger y su esposa Catalina Aguado, de origen michoacano, quienes se dedicaron dos años a buscar y observar mariposas atendiendo a una convocatoria que realizaron científicos de Canadá y EU, descubrieron las primeras colonias de hibernación de la Monarca en esta región y fue en 1976 cuando National Geographic publicó un artículo que hizo famoso este fenómeno migratorio en los bosques que hoy integran la Reserva de la Mariposa Monarca, apuntó la investigadora.
Esto después de casi 40 años de trabajo del marcaje de Monarcas, que iniciaron en la década de los 30 una pareja de científicos, Fred y Norah Urquhasrt, quienes empezaron a etiquetar y a monitorear a las Monarca desde Canadá para ver hasta dónde llegaban, porque suponían que iban más allá del territorio canadiense.
En México, purépechas, mazahuas y otomís sabían de la llegada de millones de “palomillas” a sus montañas y creían que las mariposas eran las almas de sus antepasados que llegaban en torno al Día de Muertos, el 1 y 2 de noviembre de cada año, documentaron investigadores en el Plan América del Norte para la conservación de La Monarca.
Generación Matusalén
Las mariposas vienen al país, migran hacia el sur hacia territorios cálidos, para resguardarse de las bajas temperaturas de Canadá y Estados Unidos, donde se registran temperaturas de menos 20 grados; llegan aquí entre noviembre, diciembre y enero, aún con bajo metabolismo, con una pausa reproductiva, y durante febrero que empieza el calorcito y empiezan a reproducirse, por ello uno de los momentos más espectaculares de este fenómeno migratorio es durante febrero, cuando las Monarcas se están reproduciendo. Se aparean, se reproducen y empiezan su vuelo a finales de febrero, y durante todo marzo ponen sus huevecillos y ahí es donde muere la generación Matusalén.
La Matusalén es una generación de Monarcas viajeras, es tremendamente especial, es una maravilla de la naturaleza que vive hasta nueve meses, en tanto que sus predecesoras de tres o cuatro generaciones sólo viven durante un mes.
Esta mariposa especial pone aproximadamente 400 huevecillos, muere en su regreso al norte del continente, generalmente en el norte de México, en las plantaciones de algondoncillo, donde inicia un nuevo ciclo biológico.
“Hemos observado que se van reproduciendo a lo largo de mil kilómetros desde que salen de los santuarios de Michoacán y del Estado de México, cruzan el río Bravo, llegan incluso al sur de Texas y ahí ponen los últimos huevecillos y mueren”, relató Tavera Alonso.
Para observar este fenómeno hay monitoreo de 10 mil voluntarios, ciudadanos de 22 estados de la República mexicana que documentan el día a día de cómo se mueve la mariposa Monarca a través del territorio mexicano.
“La Comisión Nacional de Áreas Protegidas dirige esta iniciativa nacional y tenemos grupos de trabajo en cada uno de estos estados bajo el mismo formato”, apuntó la directora regional de la Conanp.