Ecatepec, Méx.— “Juan Eduardo era la alegría de la familia; un niño solidario y lleno de amor”, así lo describió Adriana, su madre, quien el viernes superó la etapa más difícil y contagiosa del coronavirus que le diagnosticaron el 14 de marzo en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), y que ayer tuvo que despedirse con flores y globos del niño, quien falleció en un accidente.
La taxista de 37 años fue diagnosticada con Covid-19 hace 20 días, tiempo en que Lalo se dedicó a cuidarla, se hizo cargo de varias tareas del hogar e incluso, algunas veces, de sus hermanos más pequeños.
Adriana narró que por la tarde del viernes regresó al hospital porque sentía algunos malestares propios del virus y debía practicarse algunas pruebas, fue entonces que comenzó a llover en Ecatepec, lo que anegó vialidades y algunas colonias.
Mientras ella recibía atención médica en el hospital, Juan Eduardo, el segundo de sus cuatro hijos, se quedó en casa. “Me dijo que no tenía ganas de ir conmigo, estaba todo bien”, narró.
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Fue entonces que el agua se metió a su vivienda y el menor, quien siempre fue voluntarioso, según contó Adriana, tomó la escoba para secar al tiempo que comenzó a jugar. Encendió la bomba del agua y ocurrió el incidente; se electrocutó.
La taxista, conocida como Perversa por sus compañeros del sitio, reconoció que su pequeño no sólo la auxilió durante los 20 días de aislamiento, sino que era “el más solidario con ella y con todos alrededor. [Juan Eduardo] era un buen amigo, siempre con una sonrisa, feliz y amoroso”.
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Relató que su hijo se hizo cargo de ella y sus hermanitos, la alimentó, la ayudó, estuvo siempre de su mano y fue un pilar para su familia y, sobre todo, fue motivo de alegría. “No dejo de pensar en todo lo hermoso que fue en mi vida, hace unos días recibió su pastel, sus regalos”.
Adriana peregrinó por varios días hasta ser diagnosticada con Covid-19 el 14 de marzo en el INER, donde le hicieron la prueba. El viernes recibió su último diagnóstico en el que le dicen que ya no es una persona de riesgo; sin embargo, al volver a casa para abrazar a sus hijos, Juan Eduardo había fallecido.
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Ayer por la mañana, cerca de 50 taxistas del sitio donde trabaja realizaron una caravana en apoyo y respaldo de su amiga; participaron en un velorio lleno de globos, pues Adriana creyó que es lo que le gustaría a su hijo.
“Perversa, estamos contigo”, se leía en los medallones de los autos de servicio mientras ella esperaba el cuerpo de su niño, al que decidió cremar para después decidir qué hará con sus restos.