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Toluca, Méx.— Tener cabello puede ser la diferencia entre enfrentar una enfermedad oncológica con la autoestima elevada o rendirse ante el padecimiento, especialmente si eres mujer, comentó Ivonne García Zamarripa, encargada del taller del voluntariado del Instituto de Salud del Estado de México (ISEM), donde se elaboran pelucas.
Ahí, dijo, buscan a personas que quieran inscribirse en el taller de pelucas oncológicas artesanales, donde se enseña a elaborarlas para donarlas a pacientes que, como parte de su tratamiento, reciben quimioterapia o radioterapia, una de las causas de la pérdida del cabello.
Zamarripa platicó que desde el 21 de agosto inauguraron este programa que se replica en diversas entidades desde hace varios años, pero que recientemente se adoptó en los hospitales mexiquenses por iniciativa de la presidenta del voluntariado, Mercedes Rangel de O’Shea.
Afirmó que elaborar una peluca con cabello natural es una tarea que con la práctica se vuelve sencillo, pero tiene un trasfondo muy especial porque se trata de dar una nueva imagen a la cara de una persona que perdió una de las características físicas más importantes.
“Es que las personas comienzan con un cambio físico debido al tratamiento médico y la enfermedad, que se refleja de inmediato en la pérdida del cabello. Es una de las primeras consecuencias a raíz de recibir tratamiento”, refirió.
Se trata, precisó, de una red de bancos que surgió en el Voluntariado Nacional de Salud que se encarga de la capacitación, la implementación del taller en los hospitales públicos, en este caso en la entidad mexiquense, porque la presidenta del voluntariado estatal quiere ayudar a mujeres y niñas mexiquenses que presentan problemas de baja autoestima y exclusión social por la caída del cabello.
“Una peluca te cambia el panorama, la actitud ante la vida y estamos dirigidos a cubrir esa necesidad (...) podríamos también llegar a un hombre o un niño”, señaló.
Para elaborarlas, recolectan cabello natural, a través de donativos de la población y las voluntarias limpian manualmente las cabelleras, tejen de 16 a 20 trenzas de al menos 20 centímetros de largo, las cosen, luego pegan con encaje y las cortan a la medida de la solicitante.
“Nosotros no fungimos como banco para recibir cabello, ese está en el DIFEM, pero estamos en espera de que la gente acuda, los requisitos del cabello son: 15 centímetros de largo, seco, sin tinte ni maltratado y llevarlo en una bolsa de plástico”.
Una peluca bien hecha lleva de una a tres semanas, desde la selección del cabello, color, largo y el peinado. Para seguir con este trabajo, llamaron a las organizaciones no gubernamentales para que donen material como cabezas de unicel, hilo nylon, diademas de encaje, cinta como masking y máquinas de coser.
Esta fundación tiene como objetivo elaborar al menos cuatro pelucas por mes y un total de 50 cada año, pero no pretenden quedarse en esa cifra, advirtió la encargada; confían en que la gente muestre voluntad y decida participar en esta labor que tiene como finalidad apoyar a las personas que atraviesan por un momento difícil.
Ivonne García contó que en la entidad la expectativa es que se sumen a esta labor sicólogos, estilistas, que aprendan este proceso y participen también en las pláticas y terapias que ofrecen a las personas porque, contó, son un grupo multidisciplinario, quienes tratan de conformar una familia que dé apoyo a los pacientes que llegan con ellos.
“Necesitamos gente que venga a dar pláticas de concientización sobre la importancia de aprender a elaborar las pelucas, pero también necesitamos de amas de casa, estudiantes, costureras (...)”, comentó.