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Toluca, Méx.— Hartos de la inseguridad y la falta de respuesta efectiva por parte de las autoridades del municipio de Toluca, los vecinos de Santa Cruz Atzcapotzaltongo se organizaron para combatir la delincuencia que especialmente había abatido por años a los comercios de la zona, transeúntes, además de las viviendas.
Los habitantes de esta comunidad ubicada cerca de la zona centro de la ciudad, platicaron que tienen un año de haber implementado un esquema vecinal de vigilancia, se trata del uso de silbatos, una clase de alarma que convoca a los vecinos quienes salen a defender a la víctima del delito armados con escobas, palos, palas, cualquier herramienta u objeto que sirva para ahuyentar a los rateros.
Santa Cruz Atzcapotzaltongo es una comunidad con vialidades muy inclinadas, forma parte del emblemático cerro de La Teresona que se observa en Toluca desde cualquier punto de la ciudad. Una de las más antiguas.
Guadalupe Ramírez, docente, además de representante de los habitantes, narró que por décadas la incertidumbre de vivir en esta comunidad fue creciendo, porque los delitos cometidos a bordo del transporte público incrementaron paulatinamente.
Por ello, las paradas de autobuses se tornaron en el sitio más inseguro, porque a bordo de la unidad o mientras descendían los pasajeros llegaba un grupo de hampones armados para quitarles todas sus pertenencias.
Lupita es una mujer de aproximadamente 50 años, tiene el cabello corto, viste casual con una blusa amarilla y pantalón negro, unos zapatos de tacón mediano, parece tener mayor nivel educativo que el resto de las personas que la acompañan.
Ella sonó el silbato alrededor de las 10:00 horas, sin importar los motivos salieron más de 40 personas de todas las edades, sobre todo adultos mayores, los que se quedan por las mañanas mientras el resto de sus familiares trabajan. Pero nada los detiene, son ancianos y niños en su mayoría, todos están armados, determinados a no ceder más su territorio a los grupos delincuenciales.
“Es que nosotros esperábamos que las autoridades nos tomaran en cuenta, pedimos que nos ayudaran con patrullaje, más iluminación en las calles, pero nadie nos tomó en cuenta”, comentó Lupita.
Fue entonces que decidieron organizarse e inicialmente colocaron lonas con leyendas advirtiendo a los ladrones que de ser capturados, serían linchados; eso sólo inhibió un poco la comisión de los delitos, pero algunos se trasladaron a otro punto de la comunidad.
“Nosotros conocimos historias a través de las redes sociales y los medios de comunicación que la gente se ponía silbatos o instalaban alarmas en sus casas, incluso pusieron contraseñas, con eso lograron prevenir el delito. Esa fue nuestra idea, porque la verdad metimos escritos al ayuntamiento, pedimos a los delegados, a los candidatos cuando vienen de campaña pero nadie nos respondió”, detalló Lupita.
Tras la indiferencia de las autoridades, los habitantes se pusieron de acuerdo, compraron silbatos los cuales portan día y noche, cuando uno de ellos se ve en peligro, observa movimiento de vehículos que parecen sospechosos e incluso identifica la presencia de gente que no es de la comunidad, lo suenan con toda la fuerza y entonces todos salen a las calles sin importar la hora del día.
En menos de un minuto, el pueblo entero defiende a una persona en riesgo y logran ahuyentar a los ladrones; así lograron desplazar a varias bandas conformadas por hombres jóvenes provenientes de otros municipios. No sólo los silbatos son útiles, también las redes sociales, usan WhatsApp, porque muchos ya no se comunican con teléfonos fijos.
“Es una combinación de varios elementos, lo que sí podemos decir es que la organización civil es mucho más funcional que solicitar a la autoridad auxilio porque no hay quien nos apoye”, concluyó.