Desde hace 35 años, el señor Armando Hernández fabrica y vende productos de temporada en el número 71 de la calle República de Guatemala, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, donde el comercio chino sigue acaparando el mercado para el Día de Muertos 2024, lo que impacta —asegura— significativamente a los pequeños empresarios como él.
“La competencia es muy desleal porque no se les puede competir, aquí el Centro está invadido de chinos, o sea, es por eso que las ventas ya no son tan buenas como antes (…), es más barato lo que traen ellos, pero es de menos calidad, llega maltratado por todo el trayecto desde allá [China], pero dan barato y es ahí en donde nosotros perdemos.
“Las ventas están muy tranquilas, todo el año ha estado así, no se componen, claro que tienen que ver los chinos”, afirma Hernández, quien desde hace más de tres décadas —con algunos familiares— produce y pone a la venta balerinas, moños y diademas para el cabello, piezas que confecciona con elementos acordes a cada temporada.
En tiendas de artículos importados y en el comercio ambulante del primer cuadro de la capital, cientos de productos alusivos al Día de Muertos son buscados y adquiridos por personas que se adelantan a las compras y que acuden a esa parte de la Ciudad en busca de variedad y un mejor precio.
Pese a que catrinas, calaveras y papel picado multicolor son típicos de la cultura mexicana, en calles como República de Guatemala, Moneda, Academia y Donceles se encuentran en gran variedad, pero hechas en el país asiático.
Para quienes compran los productos el origen no importa, siempre y cuando sean baratos y de una calidad “aceptable”.
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“Son de diferentes precios: 10, 15, 20 pesos, vale la pena. A final de cuentas, aunque sean importados, los venden mexicanos, entonces también se les ayuda a ellos; hasta ahorita la calidad es aceptable”, dice Naomi Noriega, quien vive en el municipio de Atizapán de Zaragoza, Estado de México, y llegó antes del mediodía a la zona cercana al Zócalo para comprar artículos que sus familiares de Chiapas, que vacacionan en la capital, se llevarían a su hogar para revenderlos.
“Hay que ponerles un alto a los chinos”, comenta entre risas Daniel Gaytán, quien labora en la zona y en el trayecto, sobre Moneda, por 15 pesos compró una guía de papel picado de dos metros, aunque opina que está mal que los productos asiáticos se comercialicen desmedidamente en el país.
“Está mal que lo permitamos, al rato nos van a vender hasta cosas de México en septiembre”, asevera el residente en Magdalena Contreras, quien sin embargo no reparó en aprovechar los “precios bajos”.
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A medida que se avanza entre esas calles, se encuentran otros tantos ornamentos hechos en China, como cortinas con la popular ofrenda impresa, aretes con figurines de osamentas similares a las que popularizó el artista gráfico José Guadalupe Posada, pulseras de colores con cráneos humanos, moños para el cabello con catrinas, flores sintéticas con forma y color del cempasúchil, sets de maquillaje para representar a las catrinas y veladoras de plástico cuya flama es emulada por una luz led.
Aunque competir contra el comercio oriental les resulta sumamente complicado y cuya batalla, de acuerdo con algunos comerciantes, se traduce en pérdidas de hasta 50% en sus ventas, los mercaderes del Centro no piden a la clientela que apoye al comercio local, pues creen que el consumidor es completamente libre de decidir en dónde adquirir los productos de cada temporada del año.
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