Con la asignación de 50 células de vacunación simultánea, el apoyo de 300 servidores públicos y la instalación del Centro de Exposiciones del World Trade Center (WTC), el Gobierno capitalino puso fin al caos ocurrido el pasado martes en el Pepsi Center .

Luego que los adultos mayores que acudieron a la ayer tardaban más de dos horas para ser atendidos , este miércoles el tiempo se redujo a tan sólo 15 minutos.

A diferencia del primer día de vacunación de la segunda dosis de que se llevó a cabo en un solo lugar, ahora prácticamente fueron tres: uno, por la calle Montecito; otro, por Filadelfia; y el tercero, el de Dakota, que antes fue un manicomio.

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Por ello, el matrimonio de Samuel García y Laura Cruz, agradecen a las autoridades “habernos ya protegido de ese mortal virus. Es cierto que ayer (martes), hubo muchos problemas –dice la mujer--, pero hoy a éste suertudo le fue más fácil, pues a mí me tardaron más de dos horas en vacunarme y a Samuel sólo 15 minutos”.

Mientras que la señora sentada en una silla de ruedas, en espera que su hijo llegue con la camioneta, mira con desconfianza al reportero, por lo que rechaza dar su nombre.

“Si te digo que es totalmente diferente a lo de ayer. Venimos, pero al ver tanta gente, decidimos regresar a casa. Por eso hoy ya estoy tranquila. Ya tengo las dos vacunas y ese Covid me hace los mandados”, comenta con tímida sonrisa ante la seriedad de la empleada del Gobierno, con chaleco verdad, que cuida de ella.

Y así como la abuelita “desconocida”, sobre la banqueta de la calle Dakota, están muchos otros en espera que sus familiares lleguen con el vehículo a recogerlos.

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Los hermanos Benita y Guillermo Luna, vecinos de la colonia Portales, que llegaron en un camión que puso a su disposición la para su traslado del famoso mercado hasta el Pepsi Center, ahora esperan que algún taxi los regrese a su casa.

“Porque creo que el pinche camión ya nos dejó”, comenta malhumorado don Memo, quien con el apoyo de una andadera se da tiempo de caminar algunos metros, para cooperar con un billete de 20 pesos a un músico callejero que toca su violín sobre la calle de Dakota, casi esquina con Filadelfia.

Sin embargo, no todos tienen esa fortuna, pues sobre la puerta de ingreso de Montecitos, para recibir a aquellos que requieren de una silla de ruedas y que son auxiliados por un ejército de jóvenes de chaleco verde, la mayoría llega con tanques de oxígeno, “porque el Gobierno no quiso irla a vacunar a casa”, reclama Ramiro García, mientras acomoda a su madre en una silla, para recibir su segunda dosis de Astra Zeneca.

Aunque diferencia de este martes, hoy todo es más fácil, dado que cuando mucho en 20 minutos, don Ramiro ve salir a su madre ya inoculada y hasta con una sonrisa.

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apr/acmr