Dicen que murió dormido, tranquilo, sin sobresaltos antes de cumplir 85 años, a pesar de que a inicios de enero ingresó al hospital por Covid-19, pues el virus no respetó la investidura del obispo emérito de Ecatepec, Onésimo Cepeda.

Este 2 de febrero en la capilla Alpes del Panteón Francés, al poniente de la Ciudad de México y en un escenario muy diferente a las agrestes tierras de Ecatepec, familiares y amigos le dieron el adiós.

Aquí inició la despedida del hombre que lo mismo capoteó toros, estudió Derecho en la UNAM en la década de los 50 y después se ordenó como sacerdote, al tiempo que fue banquero y diestro en el manejo de acciones en la bolsa de valores.

Amigo de políticos del PRI y del PAN, Cepeda falleció la noche del 31 de enero a causa del Covid-19.

Una urna de mármol blanco resguardó las cenizas del controvertido obispo, cuya peculiar forma de hablar, con palabras altisonantes, rompió con la solemnidad de la curia.

Tan sólo una docena de personas asistieron al velorio en el Panteón Francés, “que es estrictamente familiar”, señaló el hermano del obispo, Enrique Cepeda.

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