Aquí desaparecen las clases sociales, ideologías y hasta pleitos vecinales. Todos son tratados por igual, pues tienen el mismo objetivo: Vacunarse contra el Covid-19 , al que dicen temerle.
Es el Centro de Vacunación que las autoridades sanitarias instalaron en la Escuela Normal para Maestros, donde desde las 5:00 horas comenzaron a llegar los primero “invitados”.
Y aunque las autoridades les aclararon que la vacuna comenzaba aplicárseles a las 9:00 horas, para ese momento ya eran más de 100 vecinos de la alcaldía Miguel Hidalgo , los que esperaban ansiosos el antídoto contra el mortal coronavirus.
Lo mismo llegan en lujosas camionetas –algunos hasta con chofer--, con vecinos de las colonias Lomas de Chapultepec o Polanco , que en destartalados y antiguos autos, de la Anáhuac o Pensil.
Aunque todos son tratados con amabilidad por decenas de jóvenes con chaleco verde de diferentes instituciones, quienes aseguran llegaron alrededor de las 5:00 horas y ya estaban como seis personas, “a quienes hicimos pasar, porque hacía frío”.
Mientras verificaban al interior del inmueble lonas, sillas, mesas y demás infraestructura, con lo que comenzaría la jornada, otros instalaban conos amarillos, para delimitar un carril de Avenida de los Maestros, para facilitar el arribo de los adultos mayores, cuyo apellido paterno comience con las letras A y B.
Algunos otros empleados de las secretarias de Salud, Desarrollo Social y hasta de Protección Civil, deciden pararse a la salida de la estación Normal, del Metro, para indicarle a los “abuelitos” que no tienen vehículos y llegan a la esquina de Avenida de los Maestros y Calzada México-Tacuba en “peseros”, taxis o a pie.
A todos estos, los chamacos de chaleco verde les indican que más adelante está la entrada, siempre y cuando traigan su credencial del INE, pasaporte o cualquier otro documento oficial que muestre ser vecinos de la Alcaldía Miguel Hidalgo y, sobre todo, ser mayor de 60 años.
La misma recomendación les hacen a los que tienen la fortuna de llegar en vehículos y dejados por sus familiares a las puertas de esa instalaciones, como si se tratara de pequeños que entran a la escuela.
Aunque eso sí, los del chaleco verde decidieron establecer la estrategia, “para dar agilidad y cuidado a los abuelitos”, de que del lado derecho entren los de sillas de ruedas, bastón, andadera o muletas; y del lado izquierdo, los que aún pueden caminar por sí solos.
Para las 9:00 horas que inició la Vacunación, el lugar semejaba cualquier escuela primaria, mientras uno de los servidores públicos, con megáfono les pide caminar con calma.
“¡Todos son bienvenidos! ¡Vámonos con calma! ¡No hay prisa! ¡Los estamos esperando!”, grita el empleado como animador de fiestas, quien por momentos pide aplausos para los abuelos que llegan en silla de ruedas o que emanan caras de dolor y sufrimiento, pero con ganas de ser vacunados.
Aunque los aplausos y vivas se intensifican alrededor de las 9:30 horas, cuando llega la camioneta de la Alcaldía Miguel Hidalgo, placas J85-BEN, número económico M17, con alrededor de 50 sillas de ruedas.
“Se las pedimos a la Alcaldía como apoyo, para ayudar a las personas que tienen dificultad para caminar. Esto nos agiliza su ingreso, la vacuna, su observación y, obvio, su salida. Son de gran ayuda estas sillas de ruedas”, comenta una chica de chaleco verde.
Para ese momento ya está dentro Rubén Aguilar, de 74 años, quien parece de 40 por sus movimientos. Baja del auto --conducido por su hijo Edgar--, y es recibido por los del chaleco verde, quienes le indican si trae su credencial oficial.
Don Rubén le muestra su identificación del INE, pero no la suelta y muchos menos, advirtiéndoles: “No permitiré que la fotografíen. Eso sí que no”, señala con autoridad, aunque una de las empleadas le informa que sólo es para verificar su domicilio y su edad. Solo así el “abuelo” entrega la mica, pero sin perderla de vista.
Cuando Edgar quiere entrar, los del chaleco verde le informan que tendrá que ir a la esquina, a la salida de la estación del Metro, donde hay sillas.
“Por ahí saldrá. Esperamos que no haya problema, pero le pedimos estar atento”, le indica otra joven que se comporta peor que granadero, porque no permite que nadie ajeno a los adultos mayores ingrese al inmueble.
De allí que Edgar, luego de estacionar su auto en alguna de las calles cercanas, se apodera de una silla metálica y espera pacientemente a su padre, quien sale jovial, mejor que cuando entró, cerca de las 9:45 horas.
“Todo bien. No sentí ni el piquete”, le comenta al “pequeño” Edgar, de 53 años, que estaban más nervioso que cuando fue padre de su primer hijo. Ambos se abrazan y se alejan de la Escuela Normal de Maestros, donde llegaron cerca de las 8:00 horas.
Atrás de Don Rubén sale Virginia Ayala García, de 68 años, quien busca a alguien, pero cuando ve al reportero, sin que le pregunte algo, dice que todo salió bien.
“Hasta me sorprendió. Mi esposo me trajo como a las 8:10 horas y vi tanta gente, que le dije que no había problema. Que me dejara y estaría en contacto. Tenía que ir a trabajar. Aunque le soy sincera, creí que estaría esperándome. Pero ni modo. Me tendré que ir caminando. Vivo cerca de aquí”, señala apoyada de su inseparable amigo, su bastón.
A las 9:45 horas la salida de la Escuela Normal de Maestros se ve igual que mucho antes de la pandemia. Pero ahora no son futuros profesores que la abandonan, sino los primeros 76 mil 38 adultos mayores que viven en alguna de las 89 colonias que conforman la alcaldía Miguel Hidalgo.
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