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Durante un desalojo de una comunidad otomí que habitaba en un predio de la colonia Juárez, se desató un enfrentamiento entre civiles y granaderos que dejó un saldo de 10 policías y dos civiles lesionados, informó la Secretaría de Seguridad Pública capitalina (SSPCDMX).

De acuerdo con la dependencia, la Tercera Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia fue la que ordenó la sentencia de desalojo, ya que supuestamente los otomíes vivían en ese predio de manera ilegal.

Ayer por la mañana fueron enviados agentes del agrupamiento metropolitano al predio que abarca la esquina de las calles Londres y Roma, en la delegación Cuauhtémoc para sacar de sus viviendas a más de 100 indígenas que se encontraban a alojados en ese lugar desde hace 20 años.

Aunque supuestamente las autoridades mostraron un documento para notificar de esta movilización, los integrantes de la comunidad otomí rechazaron esa versión, pues aseguraron que no fue así, lo que desencadenó una gresca en las calles en la que participaron vecinos, desconocidos y policías.

En las calles se persiguió a los agentes, quienes se atrincheraron a las espaldas de un campamento de la misma comunidad que se instaló desde el año pasado, cuando el terremoto dañó sus viviendas de dicho predio.

En el enfrentamiento un grupo de personas incendiaron una de las entradas al predio, pero un flamazo alcanzó a un hombre que vestía short, éste corrió por la calle hasta que lo auxiliaron para desprenderle la prenda y así apagar la llama que le envolvía una pierna.

Al menos dos personas que recibieron palazos y golpes fueron atendidas en el sitio; se les colocaron gasas alrededor de la cabeza y se les limpió la sangre.

Los 10 elementos de la SSPCDMX que resultaron heridos fueron trasladados para su atención médica al Hospital Ángeles Mocel, en la colonia San Miguel Chapultepec de la delegación Miguel Hidalgo.

Poco después del mediodía la riña fue controlada hasta que los comunitarios acusaron que personas vestidas de civil ingresaron al predio y robaron dinero en efectivo. Fue entonces cuando dos desconocidos corrieron hacia una fonda ubicada a unos cuantos metros de distancia para refugiarse.

La gente enfurecida los perisiguió, entró al local para golpearlos y como resultado de los empujones rompieron los cristales del negocio, cuyos dueños sólo alcanzaron a esconderse para no ser apaleados también.

Fue hasta que un otomí les pidió calma a sus vecinos y pactó con los policías presentes para que aquellos civiles que entraron sin permiso con el fin de desalojarlos pudieran salir con las manos en alto sin ser agredidos por los habitantes.

Luego de este desalojo la Comunidad Sant’Egidio, que da clases de español a los niños de este predio, emitió un comunicado para respaldar a los miembros de la comunidad otomí. “Nos preocupa sobremanera que cuando se quiere recuperar una zona representativa de la Ciudad de México, la remoción de la misma incluya también a las personas, como si no tuviese algún valor y donde difícilmente pueden expresarse dada las condiciones de exclusión que cada uno tiene”.

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